Mijaíl Semionóvich Vorontsov (Михаи́л Семёнович Воронцо́в), nació en San Petersburgo el 19 de Mayo 1782, en el seno de una de las familias más antiguas de la aristocracia rusa, cuyo linaje se remonta al s. XI, con la llegada a Kíev de un comandante militar alemán. Su antepasado Mijáil Illarionovich Vorontsov participó activamente en la revolución palaciega que subió al trono de Rusia a Isabel I en 1741. Poco después, los Vorontsov pudieron utilizar el título nobiliario de Condes.
En su bautizo Mijaíl fue nombrado cabo socorrista del regimiento Preobrazjenski. Pasó su infancia en Venecia y más tarde en Londres, donde su padre representaba al Imperio Ruso ante el rey de Gran Bretaña e Irlanda. Fue educado por profesores especialistas en Humanidades, Ciencias Naturales, Matemáticas, Arquitectura e Idiomas. Dominaba con soltura al menos siete lenguas, algunas de ellas antiguas. También recibió clases de equitación y del uso de las armas de fuego. Ya desde niño mostró una gran inclinación por la carrera militar.
El zar Pablo destituyó a su padre y le confiscó sus propiedades. Tras el ascenso al trono de Alejandro I, Semión Romanovich fue restituido en su puesto y sus bienes le fueron devueltos. En la Embajada Mijaíl actuó como secretario de su padre hasta que alcanzó la mayoría de edad y en 1801 partió para Rusia con una sola maleta y sin sirvientes.
Ya que había sido nombrado a sus 16 años Chambelán de la Corte, Mijaíl Semionóvich podría optar a puestos importantes en la Corte, pero prefirió comenzar su carrera militar como teniente de la Guardia. Al año solicitó ser trasladado al Cáucaso para servir en puestos más arriesgados. Y a partir de este momento estuvo en el campo de batalla casi sin interrupción durante veinte años. En los cuatro primeros años combatió en el Cáucaso, donde ascendió a comandante siendo condecorado tres veces. El 15 de enero de 1804 estuvo muy cerca de la muerte y fue trasladado a Pomerania donde recibiría el grado de coronel. De 1809 a 1812 luchó contra los turcos a las órdenes del general Piotr Ivánovich Bagratión, quien le nombró general de brigada, condecorándolo con otras dos medallas y entregándole una espada de oro y diamantes por su valiente comportamiento en Rushchuk.
En 1812, y con el ejército de Bragatión, entró en guerra contra las tropas francesas en la batalla de Borodinó, defendiendo la fortaleza de Shevardinski cerca del pueblo de Semionovskaia. A la caída del sol del 26 de agosto, de su división sólo quedaban 300 soldados y 3 oficiales. Vorontsov fue herido con bayoneta en una pierna y evacuado a una casa en Moscú que había heredado de la princesa Dashkova y que hoy alberga el Conservatorio.
A fin de evitar que durante el saqueo las tropas de Napoleón se hicieran con sus muebles y libros, Vorontsov fletó embarcaciones para su transporte a su finca Andreevskoie en Vladimir. Cuando se percató del número de soldados heridos que quedaban en Moscú, mandó descargarlo todo e invitó a 50 generales y oficiales a que subieran a bordo para su recuperación en su finca y a su cargo.
En diciembre de ese mismo año Vorontsov se curó de sus heridas y regresó al frente, distinguiéndose en campaña hasta la caída de París. En febrero de 1813 fue ascendido a teniente-general y condecorado con sendas medallas, una por la batalla de Leipzig y la otra por la de Craon, donde en 1814 su ejército formado por 14.000 hombres se enfrentó a los 50.000 soldados de las tropas dirigidas por Napoleón en persona. Tras diez horas de batalla, el ejército francés tuvo que retroceder.
En agosto de 1815 el Conde Vorontsov fue nombrado Comandante-en-Jefe de las tropas rusas, 30.000 hombres, en el ejército aliado, a las órdenes de Wellington, estacionadas en Francia hasta el final de la guerra en 1818. De regreso pagó de sus bienes todas las deudas que habían contraído sus tropas en los restaurantes y hoteles durante la ocupación de París, y que se habían negado a pagar, lo que le costó casi una cuarta parte de su fortuna personal.
Filipp Filippovich Vigel en sus ‘Memorias’ escribió: “Hoy en día el ejército ruso tiene dos favoritos Vorontsov y Yermelov. El valiente Vorontsov, joven todavía y lleno tanto de riquezas como de valor prefiere las dificultades y peligros de la vida de un soldado al esplendor y placeres de la Corte, comportándose como un padre con sus hombres, y como un compañero, amigo y hermano con los oficiales”.
En el año 1819 en París el Conde conoce a su futura mujer, Yelizaveta Xaviérievna Vorontzova (de soltera Elżbieta Branicka). La noble polaca y el general ruso se enamoraron a primera vista. La consideraban una de las mujeres más bellas de Odesa, donde residió gran parte de su vida. En el corto período que Aleksandr Pushkin pasó en esta ciudad se enamoró de ella, y de ahí la animadversión de éste contra el conde Vorontzov.
En 1842 Mijaíl Semionóvich le regaló a su esposa, por su cumpleaños, la Escalera Potiomkin o Escalinata de Odesa, construida por el famoso arquitecto italiano Francesco Boffo y que llevaba hasta el agua del mar descendiendo por sus 200 peldaños. Al final de su vida se le otorgó a la Princesa Yelizaveta Vorontsova, la más alta condecoración femenina del Imperio por sus actos de caridad y beneficencia.
En 1820 el Conde Vorontsov presentó conjuntamente con A. S. Menshikov un documento al zar donde se definía una nueva sociedad que ambos se ofrecían a dirigir y en la que a los siervos se les concedía la libertad, comenzando por los suyos propios en su finca de Murino. El proyecto mereció el apoyo de los hermanos Turguenev y otros personajes importantes en la Corte, pero Alejandro I lo rechazó.
También en ese mismo año Vorontsov, Menshikov, S.Pototskii y A.A.Lobanov-Rostovski fundaron la primera compañía de diligencias entre Moscú y San Petersburgo, que más tarde extendería sus servicios a Vyborg, Imatra, Kiev, Kovno, etc. … .
Añorando el ejército, Vorontsov solicitó su reingreso en alguna guarnición del sur del Imperio ruso.
Respondiendo a su petición fue nombrado Gobernador General de Novorosia y Besarabia, que comprendía el sur de Ucrania, la costa norte del Mar Negro y Crimea, fijando su residencia en Crimea.
A mediados de 1823 Vorontsov incorporó un motor a vapor a la embarcación que había construido en su finca y la botó al río Dnieper para asombro de quienes la vieron. Luego continuó navegando en un barco a remos hasta llegar a Ekaterinoslav para tomar posesión de su puesto como Gobernador General. Uno de los mayores problemas con que se iba a encontrar era una plaga de langosta en los seis años últimos, que sería también otro tema de confrontación entre Vorontsov y Pushkin.
En 1793 el español José de Ribas, a las órdenes de Catalina II, había presentado ante la zarina el proyecto de una ciudad en las ruinas de la antigua Jadzhibey. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa, y el ya vicealmirante Ribas, tomando como modelos el urbanismo francés y las ciudades de Livorno, Génova y Nápoles, se pone manos a la obra, logrando finalizar su proyecto en el tiempo récord de dos años. En 1794 es nombrado gobernador de la ciudad y Catalina II la bautiza como Odesa en memoria de la antigua colonia griega Odissos que se asentaba en el lugar. Los primeros habitantes fueron cosacos, aunque muy escasos. Para atraer nuevos pobladores José de Ribas declaró que los que se establecieran en Odesa no pagarían impuestos y se les darían tierras para construir sus casas. En 1799 la ciudad ya contaba con más de 4500 ciudadanos. Es precisamente en esta ciudad donde Mijaíl Vorontsov decide fijar su residencia en 1825 y toma contacto con los tártaros de Crimea y sus líderes religiosos.
En octubre de ese año el zar Alejandro I viaja a Crimea y llega a su castillo de Taganrog. Quince días más tarde, el 1º de diciembre de 1825 anuncian la muerte del zar Alejandro I por paludismo. Posteriormente se comprobó que el informe de su autopsia era falso. Once años después, cuando se suponía que el zar llevaba todo ese tiempo muerto, en el otoño de 1836, un sorprendente personaje de unos sesenta años es tomado preso en la provincia de Perm. Este caballero de ademanes nobles se presenta como un vagabundo de nombre Fiódor Kusmich (Фёдор Кузьмич) de vuelta de un largo viaje por Tierra Santa. Fiódor falleció en Tomsk (Siberia) en 1864 y canonizado por la iglesia rusa en 1984, gozando de gran veneración por parte de la familia imperial, lo que alimentó la sospecha de que este ermitaño se trataba realmente de Alejandro I. El episodio está tan aceptado en Rusia que Lev Tolstoi lo recoge en su libro “Guerra y Paz” donde asegura que aquel eremita era el zar Alejandro.
Vorontsov se desplazó a Taganrog, aunque llegó tarde para rendir sus respetos al zar Alejandro I. Fue entonces cuando tuvo noticia de la rebelión de los decembristas, a cuyos cabecillas tuvo que juzgar en su condición de miembro del Consejo de Estado.
Poco después viajó en su embarcación a vapor a Ackerman, cerca de Odesa, donde negoció con los turcos, un acuerdo favorable para los intereses de Rusia. A finales de ese año de 1825 Vorontsov es nombrado miembro honorario de la Academia Imperial de las Ciencias.
Bajo el impulso de Vorontsov, Odesa experimenta un espectacular crecimiento como puerto comercial y ciudad culta contando con teatro, liceo, un instituto de ciencias orientales y sociedades científicas de agricultura, historia y antigüedades así como una biblioteca pública muy bien dotada de libros en francés e inglés, para extender la cultura occidental en el sur de Rusia. Se editaron además dos periódicos en ruso y en francés. En aquel período, gracias a la intercesión de Vorontzov, se les permite a los judíos y gitanos empadronarse en la zona, cuando hasta la fecha habían sido considerados proscritos.
Durante la permanencia de Vorontsov en Crimea, despegó la industria vitivinícola en sus propias fincas de Ai-Danil, Gurzuf y Massandra, suministrando vino a toda Rusia y exportándolo por barco a Europa. En 1828 comenzó a operar una compañía de barcos de vapor en el Mar Negro.
También en 1828 el zar Nicolás I visitó Odesa, nombrando a Vorontsov comandante del asedio a la plaza de Varna, que fue recuperada en mes y medio, lo que supuso para Vorontsov la entrega del rifle de diamantes. Al año siguiente le fue concedida la Orden de San Andrés el Primer-LLamado, la más prestigiosa del Imperio ruso por su brillante conducta en campaña y mantenimiento de las líneas de suministro.
De vuelta a sus obligaciones civiles, Vorontsov tuvo que enfrentarse a la epidemia bubónica y al amotinamiento de los marinos de Sebastopol ante las medidas adoptadas para frenar aquélla.
De 1830 a 1832 fueron unos años muy duros en la familia Vorontsov. Fallecieron su hija, su hijo Mijaíl y su padre, que seguía residiendo en Londres tras su jubilación como embajador.
En diciembre de 1844, y a sus 62 años, al Gobernador General de Novorosia y Besarabia se le añadió el Cáucaso con poderes ilimitados como Comandante-en-Jefe de las tropas rusas allí destacadas. En esta toma de contacto con el Cáucaso, Vorontsov lo describió como un ‘abismo de confusión’. Y antes de entrar en batalla en la llamada guerra del Cáucaso viajó a Moscú para contrastar la situación con su amigo A. P. Yermolov. Y en San Petersburgo recibió instrucciones directas del zar Nicolás I para detener por sorpresa en el poblado de Dargo al imán Shamil, líder político y religioso ávaro de las tribus musulmanas del Cáucaso Norte.
La campaña en Chechenia y Daguestán comenzó el 6 de junio de 1845 y resultó especialmente peligrosa para las tropas rusas, que sufrieron inmensas pérdidas, ante la imposibilidad de cumplir las órdenes emanadas del propio zar. El conde Norotsov participó en las batallas corriendo gran peligro y diseñó un plan más ofensivo con avances graduales pero más seguros, mediante la tala y quema de árboles que dejaban al descubierto las fortificaciones tribales de los musulmanes. Ante el éxito de las tropas rusas, el zar elevó a Vorontsov al rango de Príncipe.
En el plano civil, Vorontsov impulsó el desarrollo del comercio, de la industria, de puertos, carreteras y agricultura en el Cáucaso, que permitieron que en tres años la región fuera calificada como relativamente tranquila y segura.
A finales de los años cuarenta la salud del Príncipe comenzó a deteriorarse y en 1853 solicitó ser relevado de sus responsabilidades. Con ocasión de la coronación del zar Alejandro II, el 26 de agosto de 1856 el Príncipe Vorontsov recibió su último reconocimiento al ser nombrado Mariscal de Campo. Poco después de regresar a su palacio en Odesa, Mijaíl Semionóvich Vorontsov falleció el 6 de noviembre de 1856 siendo enterrado en la Catedral ortodoxa de Odesa, de la Transfiguración del Señor.
MAG/28.02.2016