El Reino del Preste Juan era un reino mítico presente en el imaginario de la Edad Media. El origen de la leyenda del Preste Juan deriva de una carta que se decía el emperador bizantino Conmeno había recibido en 1165. El remitente de ésta era Juan, soberano cristiano y señor de los señores. La carta describía el riquísimo reino de este rey cristiano, situado en el centro de Asia. El rey contaba que vivía en un inmenso palacio hecho de gemas y de oro y decía ser el soberano de un extenso territorio que se extendía desde Persia hasta China. Durante muchos años este mito fue asociado con el sueño de muchos de alcanzar un reino riquísimo donde todos los placeres materiales eran posibles y se vivía en la opulencia.
Imbuidos por las fabulosas historias que venían de Oriente, los occidentales creyeron firmemente en la existencia de este reino, una nación cristiana aislada entre paganos e infieles en el más Lejano Oriente. Su gobernante, un presbítero (o preste) llamado Juan que había sido coronado rey al mismo tiempo. Este Preste Juan era objeto de la fantasía medieval, y se decía de él que era un monarca generoso y benévolo que reinaba sobre un país rico y lleno de las más grandes maravillas del orbe, como un espejo fantástico desde donde podía ver todas sus provincias. Los más maravillosos objetos estaban en aquel lugar que resistía como un baluarte de la Cristiandad rodeado de los más acérrimos enemigos. En él, además, se decía que residía el legendario Patriarcado de Santo Tomás, el incrédulo apóstol del Salvador que según la tradición habría ido a predicar a tierras de la India.
Este Preste Juan es objeto de las más atrevidas controversias sobre su origen. Algunos autores aseguraban que era descendiente de los Reyes Magos. Otros se atrevían a aventurar que era el mismísimo apóstol Juan que, inmortal, seguía residiendo en la Tierra como rey y señor de los cristianos del Oriente.
El Reino del Preste Juan fue buscado a lo largo de la Edad Media. Según la leyenda, sir Perceval, caballero del Rey Arturo, había llevado el Santo Grial al Reino del Preste Juan, donde se encontraba junto a otras de las sagradas reliquias del Cristianismo.
En la era de las Cruzadas, la búsqueda del Reino del Preste Juan adquirió un carácter político. Jerusalén había sido tomada en 1099 por las fuerzas cristianas, y Tierra Santa se encontraba en manos de la Cristiandad. El débil reino de Jerusalén se encontraba rodeado por el Islam, por lo que su existencia era complicada. También requería ayuda el emperador de Constantinopla, pues su Imperio también se encontraba asediado por el Islam. En esta situación, los poderes cristianos occidentales buscaron una alianza estratégica con el Reino del Preste Juan, conscientes de que los intereses de la lejana nación cristiana les harían amigos de ésta.
Por esa razón el Papa Alejandro III (1159 – 1181) envió una carta, en el año 1177, dirigida al ‘Apreciado hijo de Dios Juan, rey ilustre y magnífico en la India’ (Carissimo in Christo filio Iohanni, illustro et magnifico indorum regi). Esa era la creencia y esperanza de las gentes de la quinta cruzada (1217 - 1221). Por esa misma razón, San Luis envió en 1247 al franciscano Longjumeau en un viaje hacia 0riente al pueblo de los ‘tártaros’ (en realidad mongoles) para tratar de descubrir alguna huella de ese Preste Juan.
Marco Polo había descrito como cristiano a un gran emperador mongol kan Yeliutashi que reinó en Kara-Kitái desde 1126 hasta 1144 de la era cristiana. Deduciendo que los habitantes de Kara-Kitái eran los keraitos, cristianos seguidores de la antigua herejía de Néstor, condenada en el concilio de Efeso, y que defendía que las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina, estaban rígidamente separadas, identificó al kan Yeliutashi como un kan cristiano.
Marco Polo había descrito como cristiano a un gran emperador mongol kan Yeliutashi que reinó en Kara-Kitái desde 1126 hasta 1144 de la era cristiana. Deduciendo que los habitantes de Kara-Kitái eran los keraitos, cristianos seguidores de la antigua herejía de Néstor, condenada en el concilio de Efeso, y que defendía que las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina, estaban rígidamente separadas, identificó al kan Yeliutashi como un kan cristiano.
La leyenda del Preste Juan contaba con bases reales, incluso más de las que se podrían haber esperado sus originales impulsores en Occidente, pues ciertamente había cristianos (nestorianos) en Asia.
En 1141 el sultán selyúcida Sanjar fue derrotado por los keraitos, tribu mongola que contaba entre sus filas a muchos cristianos nestorianos. Los keraitos fueron los principales aliados de Gengis Kan hasta que éste se enfrentó a ellos y los derrotó a principios del siglo XIII. Sin embargo, no los exterminó sino que prefirió mezclarse con ellos, de tal manera que las mujeres keraitas, que eran todas cristianas nestorianas, se casaron con los descendientes de Gengis Kan. Esta influencia del cristianismo nestoriano y la situación geográfica hicieron del Islam el principal enemigo de los mongoles, quienes de hecho llegaron a ser potenciales aliados de los cristianos.
De ahí que la esperanza cristiana era contactar con ese poder oriental, llamado Preste Juan, (descendiente de Gengis Kan), más o menos cristiano, para combatir al Islam. Parte de esas esperanzas parecieron cumplirse cuando en 1218 el principal sultanato islámico en Asia, Karhezm, quedó destruido bajo las hordas de Gengis Kan. A esto, se añadirían los ataques mongoles sobre territorio islámico desde 1224 en adelante.
Sin embargo, para aquel entonces, los cristianos ya habían empezado a temer al poderío mongol, pues el reino cristiano de Georgia había sucumbido a manos de los mongoles, y desde 1237 hasta 1241 la cristiandad occidental había sufrido también devastadores ataques mongoles en Rusia, Polonia y Hungría.
Es pues en 1242 cuando los mongoles, que hasta entonces se había considerado como las tropas de Preste Juan, pasaron a ser considerados como una amenaza inminente para la Cristiandad.
Sin embargo, los poderes occidentales aún pensaban que debía existir un Preste Juan, o un descendiente suyo con el que tratar. Se enviaron emisarios tanto en su búsqueda como en la recopilación de más información sobre los mongoles.
1249 pudo haber sido el fin de Preste Juan, pero la leyenda aún pervivió. Así, los portugueses de principios de s. XV continuaron buscándole, esta vez ya no en India sino en su camino hacia la India, es decir, en Etiopía.
Cabe recordar que, entre las razones que se encuentran en el diario de Cristobal Colón para justificar su expedición hacia el Oeste (América) figuraba en primer plano la búsqueda de ese posible aliado en Oriente. O sea, ese Preste Juan, que ayudaría al rey Fernando el Católico en su soñada cruzada final para liberar Tierra Santa.
MAG/27.12.2014