sábado, 16 de enero de 2016

Vasili Petróvich Botkin



Vasili Petróvich Botkin (Васи́лий Петро́вич Бо́ткин), también conocido por su seudónimo Vasily Fortep′yanov, nació en Moscú el 8 de enero de 1812 , en el seno de una familia de comerciantes de té que había permitido a Vasili Petrovich y a sus trece hermanos menores disfrutar de una vida económicamente sosegada y conseguir unos notorios triunfos en el futuro: Dmitri Botkin se hizo coleccionista de pintura; Serguei, célebre médico, fundó la primera clínica que existió en Rusia; Mijaíl, académico de Bellas Artes, poseía una valiosa colección de esmaltes bizantinos, una pequeña parte de los cuales se admira hoy en el museo Lázaro Galdiano de Madrid; su hermana María se casó con el eminente poeta Fet; otra, Anna con Pikulin, un afamado profesor de Medicina de la Universidad de Moscú.

Vasili no estudió en la Universidad, ni siquiera acabó los estudios de secundaria ya que tan sólo se graduó en la escuela privada Kryazheva, conocida como el pensionado Kriajev, una de las mejores escuelas privadas de Rusia, de la que su padre le sacó para ponerlo al frente del negocio de hierbas para infusiones de Oriente. El té le permitió experimentar de primera mano los movimientos liberales, el arte y la literatura europea. De gran perspicacia y dotes de observación, occidentalista convencido, traza en sus cartas –que no son cartas al uso sino una colección de ensayos basados en la correspondencia que mantuvo con su familia y amistades (Belinski, Hertzen, Tolstoi). A la edad de tan solo dieciocho años ya hablaba alemán, francés, italiano, español e inglés. Acumuló gran erudición y gustos muy refinados en arte y música. Gran parte de su teoría estética y literaria se puede encontrar en su Epistolario, especialmente en las cartas que escribió a Iván Turguénev. 

A finales de 1835 ingresa en el círculo de Nikolái Stankévic, donde conoció a los occidentalistas Mijaíl Bakunin, Aleksandr Herzen y Visarión Belinski, quien le invitó a escribir ensayos en la revista Телескоп (Telescopio). En ese mismo año viaja a Londres y París, conociendo a Karl Marx, Louis Blanc y Víctor Hugo. Recorre luego Italia, de donde regresa con el síndrome de Sthendal.

En 1839 Botkin se convirtió en un miembro permanente del círculo de Belinski. Bajo la influencia de M. Bakunin y Stankévich conoció las ideas de Hegel y, a través de Belinski, se familiarizó con las teorías de los filósofos alemanes y franceses y esteticistas. Fue el primer ruso en dar a conocer en su país los escritos de Friedrich Engels que aparecieron como resumen en su folleto Schelling y el Apocalipsis en 1843 en la revista Оте́чественные запи́ски (Notas de la Patria).

Publicó críticas de exposiciones artísticas y sobre las obras de William Shakespeare, E. Hoffmann y George Sand. 

Las revoluciones de 1848 asustaron a Vasili y rompió con sus socios socialistas llegando a ser políticamente conservador con el paso del tiempo. Esto se reflejó también en sus posturas críticas. 

En el campo de la música escribió La música italiana y alemana (1839), Sobre la importancia estética de la Nueva Escuela de Piano (1850) y algunos artículos sobre ópera italiana. 

En el interés de Vasili Botkin por España tuvo parte de culpa Francia. Su efímero matrimonio con la joven modista gala Armence-Ismerie Rouillard en 1843 tuvo su final en el mismo viaje de bodas a París, después de entrar en contacto con el socialismo utópico francés. De aquella experiencia Botkin tuvo la necesidad de pasar página y el primer remedio a mano fue visitar un nuevo país.

Así, en una carta de 1845 dirigida a Belinski, anuncia: «Dentro de unos días marcharé de París a España, donde pienso quedarme tres meses, o más en función de lo que resulte». 

Y Vasili Botkin justifica su decisión de viajar a España, donde "corre ruidoso el Guadalquivir (según el verso de Aleksandr Pushkin), donde el Cid Campeador y Don Quijote protagonizaron proezas que no hacen falta a nadie, donde Murillo pintó sus vírgenes inmortales; donde Sancho Panza fue gobernador y Cristóbal Colón tenía fama de loco; donde Carlos V no fue encadenado sólo por un malentendido y Torquemada sólo por error no fue quemado; donde Julio César cogió unas fiebres…

El 11 de agosto de 1845 Vasili Petróvich Botkin pone por primera vez un pie en España, que se encuentra en plena turbulencia, víctima de revoluciones y guerras.

Entró por Hendaya, marchó a Vitoria y, por Burgos, llegó a Madrid. Las cartas de presentación que traía le granjearon un hospitalario recibimiento en la villa y corte. De Madrid viajó al sur, atravesando la Mancha. 

Visitó Córdoba, conoció Cádiz, Sevilla y Málaga, donde cogió un barco hasta Gibraltar y desde allí llegó hasta Tánger, desde donde regresaría a Málaga para dirigirse a Granada, donde Vasili Petróvich Botkin declara incondicionalmente su admiración por el paisaje mediterráneo español, que desbanca al italiano, país del que había vuelto «enfermo de tanta belleza».

Vasili Petrovich Botkin al final de su peregrinación, a punto de partir, en las últimas líneas de su libro deja una confesión personal que de una forma poética y pasional descubre su afecto por Granada y por España, sentimiento que se convierte en el leit motiv central de las “Cartas sobre España” y el que perdura aun después de terminar de leerlas: 

“…pero, ¡no! es imposible transmitir esta belleza, y todo lo que estoy escribiendo aquí no son más que unas frases vacías; además ¿acaso es posible describir con precisión aquello que hace feliz el alma? Se puede contarlo sólo cuando la felicidad se convierte en un recuerdo. El momento de placer es un momento mudo. Figúrese que este momento dura aquí para mí ya desde hace tres semanas. En mi cabeza no hay ni pensamientos, ni proyectos, ni deseos; en una palabra, no siento mi cabeza; no pienso en nada, absolutamente en nada; pero si Ud. sólo pudiera imaginar qué plenitud siento dentro de mi pecho, qué bien respiro… Me parece que soy una planta que han sacado al sol de una habitación oscura y sin aire; inspiro el aire lentamente, en silencio; paso así durante más de dos horas en cualquier parte, al lado de algún arroyo y escucho su murmurar, o contemplo el chorro del agua que cae dentro de la fuente… 

«¡Ah, si toda la vida transcurriese siempre con tal felicidad!. ¡Sí! Vivirán en mi alma más vivamente que los naranjales de Palermo, que las costas de Nápoles, esta llanura de Granada, rodeada de montañas, estas colinas de la Alhambra y del Generalife, entre la densa vegetación de los cuales juegan los colores de la naturaleza meridional y septentrional de la Vega, y esta Sierra Nevada con su cima nevada y sus laderas, tornasoladas e irisadas. Y el ocaso desde el Generalife - ¡qué sol y qué espectáculo! .

Entre 1847 y 1849 sus "Cartas sobre España" aparecieron publicadas por Belinski en la revista Sovreménnik, (El Contemporáneo). Considerada la obra más popular de Vasili Botkin, es el mejor libro de viajes en ruso escrito en el siglo XIX; en él no solo comenta su itinerario, sino que interpreta la historia, cultura, sociedad y política de España en 1845. Las “Cartas sobre España” contienen no solamente observaciones y reflexiones sobre el pueblo español, sino también sobre sus hábitos y costumbres, su geografía, y su historia, planteándose interrogantes sobre su evolución y porvenir. Para él España es el «refugio para la gente a quien le aburre Europa»

España y Rusia, en los dos extremos del mapa europeo, iniciaron sus lazos sentimentales cuando tuvieron un enemigo común. La opinión pública eslava tenía el convencimiento de que sólo dos pueblos, el ruso y el español, habían conseguido plantar cara a la expansión napoleónica

La visión de España ofrecida por Botkin, intelectual y comerciante, apodado «El andaluz de Maroseika» por sus amigos rusos, aparece en la época en que la sociedad rusa ha culminado su transición literaria del romanticismo al realismo, abandonando las influencias estereotipadas y míticas de la literatura romántica francesa con autores como Merimeé y Gauthier, presentando una visión diferente de la España real de mediados del siglo XIX que tendría una influencia extraordinaria en escritores rusos clásicos posteriores como Dostoyevski, Tolstoi, Gógol y Turguéniev, en científicos como Piskorski y Alexéyev, y en poetas como Balmont, Tsvetáyeva, o Ehrenburg.

Vasili Petróvich Botkin fallece en San Petersburgo el 22 de octubre de 1869, a la edad de 57 años.


MAG/17.01.2016

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