Mijaíl Nikoláyevich Tujachevski (Михаи́л Никола́евич Тухаче́вский) nació en Penza (cerca de Smolensko) en 1893 en el seno de una familia aristocrática rusa de origen lituano.
Ingresó en la Academia Militar, graduándose en 1914. Durante la Primera Guerra Mundial fue hecho prisionero en 1915 e internado en Alemania. Como intentó fugarse en cuatro ocasiones, los alemanes optaron por encerrarlo en la fortaleza de Ingolstadt, donde coincidió con otro oficial francés llamado Charles de Gaulle. Ambos consiguieron fugarse y Tujachevski regresó Rusia en febrero de 1917 donde habían tomado el poder los bolcheviques.
A instancias de un compañero, en la primavera de 1918 ingresó en el Partido bolchevique y luego, como otros oficiales que habían servido al zar, se alistó en el Ejército Rojo, que contaba con pocos oficiales profesionales. Tujachevski consiguió ascender rápidamente, gracias a sus dotes como organizador. En poco tiempo, consiguió formar una unidad militar digna de ese nombre y expulsar a las tropas del Ejército Blanco de la zona que ocupaban en Simbirsk.
A los 26 años fue ascendido a general durante la guerra civil (1919). Dirigió la guerra contra Polonia en calidad de jefe del Frente Occidental del Ejército Rojo, que los dirigentes comunistas consideraban el más importante. Esta guerra era la primera meta de la llamada revolución permanente, que se proponía implantar el comunismo en toda Europa. Los polacos movilizaron todas sus fuerzas y derrotaron a los bolcheviques en el río Vístula. Tujachevski atribuyó la culpa por la derrota a Stalin que en aquel entonces no era todavía un hombre todopoderoso. Tujachevski tuvo que rehabilitarse tras la derrota del Ejército Rojo en Polonia y logró recuperar la confianza al reprimir la rebelión en la base naval de Kronstadt, cerca de San Petersburgo, en marzo de 1921 ahogando en sangre la rebelión de 20.000 soldados y marineros de la fortaleza de Kronstadt, en San Petersburgo, que exigían que los bolcheviques dejasen el poder. Después sofocó una rebelión antibolchevique de campesinos en la provincia de Tambov.
Debido a la rápida represión de los levantamientos en la última etapa de la Guerra Civil Rusa, Tujachevski pudo ascender rápidamente en la jerarquía militar, desde comisario del pueblo (ministro) adjunto para Asuntos Militares y Navales de la URSS, a comandante del Distrito Militar de Leningrado (actual San Petersburgo), luego jefe adjunto del Comité Militar Revolucionario de la URSS, y después nombrado de nuevo como el comisario del pueblo adjunto para Asuntos Militares y Navales de la URSS (comisario del pueblo para la Defensa desde marzo de 1934). Tujachevski trabajó en aumentar la capacidad combativa del Ejército soviético preparándole para una ‘guerra motorizada’.
Durante aquel período, Tujachevski fue uno de los promotores de la llamada operación ‘Primavera’ -una purga masiva contra los oficiales que anteriormente pertenecían al Movimiento Blanco y se adhirieron a las filas del Ejército Rojo- que se llevó a cabo en 1930 y 1931.
En calidad de miembro del comité central del partido comunista, Tujachevski defendió la intervención del ejército para imponer la revolución a otros países, y la creación de un estado mayor en el Komintern. Fue director de la Academia Frunze, jefe adjunto del estado mayor y vicecomisario de Defensa. En 1936 fue nombrado mariscal.
Se considera que Mijail Tujachevski fue el autor de la teoría de "Operación Profunda”, fundamento de la estrategia bélica de la URSS en la época de la Gran Guerra Patria (la Segunda Guerra Mundial, 1941-1945) y la posguerra, que propugnaba la necesidad de lanzar una ofensiva en toda la profundidad de la línea de defensa del enemigo, romperla en varios puntos y emplear las unidades motorizadas para que un impulso táctico se convirtiera en un éxito. Tujachevski se pronunciaba a favor de iniciar de inmediato la fabricación en serie de armamento y material bélico, mientras que los líderes de la URSS proponían pasar a la fabricación masiva de armas de manera paulatina, a medida que se formase la respectiva base industrial y se fortaleciera la economía del país.
Tras la muerte de Lenin, Stalin copó los más altos cargos en el Estado y en el Partido bolchevique. Tujachevski se dedicó a la reforma del Ejército Rojo, preparándolo para una guerra moderna. Formó unidades de tanques, ensayó despliegues a gran escala de paracaidistas y abogó por un incremento de las fuerzas aéreas.
La actividad de Mijail Tujachevski y su aspiración al liderazgo en el Ejército provocaban la suspicacia de muchos. El conflicto solía suscitarse entre el innovador Tujachevski y los conservadores Voroshílov y Budionni. Pero entre los opositores de Tujachevski habían personas a los que no se puede acusar de falta de formación. Se trata de los ex-coroneles del Ejército zarista, el mariscal de la URSS, Yegórov, y del comandante de primer rango, posteriormente mariscal, Sháposhnikov.
Pero muchos altos rangos del Ejército Rojo, incluido Ieronim Uborévich, apoyaban a Tujachevski, que criticaba activamente a Voroshílov y a su entorno en presencia de Stalin. En verano de 1936 los partidarios de Tujachevski plantearon ante Stalin la posibilidad de cesar a Voroshílov en su cargo de comisario del pueblo para la Defensa.
Es evidente que Stalin vacilaba durante mucho tiempo, haciendo elección entre dos ‘bandos’ de militares y eligió a Voroshílov debido a su lealtad al líder de la URSS personalmente, a diferencia de Tujachevski.
Stalin temía que en una futura guerra Tujachevski lo eclipsase con su genio militar y lo desbancase del poder. La trama urdida por los nazis le facilitó el pretexto de eliminar al mariscal. Adolf Hitler dio su visto bueno a la campaña contra Tujachevski en diciembre de 1936. Los expertos nazis fabricaron documentos falsos sobre la supuesta traición del mariscal soviético utilizando su firma en un contrato de 1926 sobre cooperación técnica en aeronáutica con una firma alemana.
Los diplomáticos alemanes empezaron a difundir el rumor sobre una presunta conspiración contra Stalin, encabezada por Tujachevski, y sobre el interés del mariscal de concluir una alianza con la Alemania nazi. Los principales destinatarios de la desinformación eran el presidente checoslovaco, Edvard Beneš, y el ministro francés de Defensa, Édouard Daladier. Los nazis suponían que estos dos políticos no tardarían en transmitírsela a Stalin debido a sus buenas relaciones con la Unión Soviética.
A finales de 1936 llegó a Praga el alto funcionario del Tercer Reich, el conde Maximilian Trauttsmandorff. Vino para ofrecer a Checoslovaquia un pacto de no agresión. El presidente Beneš lo rechazó porque ya había tratados de alianza que ligaban Checoslovaquia a Francia y la Unión Soviética. En el trancurso de la falllida negociación, al conde Trauttmansdorff se le escapó que Hitler mantenía también otras negociaciones secretas. Los interlocutores del Führer eran, supuestamente, unos conspiradores antiestalinistas, liderados por el mariscal Tujachevski.
El rumor sobre la presunta conspiración llegó al presidente Beneš también de otra fuente. El mayor Josef Bartík, en aquel entonces jefe del contraespionaje militar checoslovaco, reveló en 1966 que el presidente Beneš había recibido del industrial alemán Fritz Thyssen la siguiente información: ”El Estado Mayor alemán dispone de información de que Tujachevski se empeña en obtener un acuerdo con los generales alemanes y con ayuda alemana llevar a cabo un golpe de Estado en la Unión Soviética”.
Bombardeado desde varias fuentes por esta desinformación, el mandatario checoslovaco se creyó que el mariscal Tujachevski preparaba una conspiración contra Stalin. Y Beneš comunicó inmediatamente a Stalin lo que había descubierto de la supuesta conspiración contra el líder soviético
Sin embargo, en los archivos checos y rusos no se han encontrado documentos escritos que lo prueben. Parece más bien que la denuncia directa de la supuesta traición de Tujachevski y de sus compañeros partió desde Francia.
En una recepción en marzo de 1937 el entonces ministro de Defensa francés, Édouard Daladier, advirtió al Embajador soviético en París que generales soviéticos y alemanes preparaban una conspiración con el fin de derrocar a Stalin a fin de que los nuevos dirigentes concluyesen un pacto con Alemania contra Francia.
Daladier transmitió al diplomático soviético la información que le había suministrado el servicio de inteligencia francés. Éste tomó por verdaderas las patrañas que habían puesto en circulación los expertos nazis al mando de Reinhard Heydrich. El Embajador soviético corrió al teléfono y transmitió a Stalin la desinformación fraguada por los nazis. El trágico destino del mariscal Tujachevski no tardó en consumarse. El 22 de mayo de 1937 fue detenido Tujachevski, acusado de conspiración militar trotskista y espionaje en favor de Alemania, en lo que se conoce como el Caso de la Organización Militar Trotskista-Antisoviética o también simplemente Caso Tujachevski.
El 11 de junio de 1937 el Tribunal Supremo de la URSS acusó a Tujachevski, así como a comandantes de Ejército como Yaquir, Uborevich y Kork; comandantes de Cuerpo, Eideman, Putna, Feldman, Primakov, y al comisario del Ejército Yan Gamárnik, de traición a la Unión Soviética. Se les condenó a la pena capital. Fueron ejecutados de inmediato al día siguiente, salvo Gamárnik, que se había suicidado días antes, tras conocer su acusación.
A Tujachevski le juzgaron sus colegas: los mariscales Blucher y Budionni, los comandantes Shaposhnikov, Alksnis, Belov, Dibenko y Kashirin. El proceso lo presidió el abogado de Ejército Ulrich. Y todos los participantes en el proceso, excepto Ulrich, Budionni y Shaposhnikov, fueron víctimas de las represalias masivas y fueron ejecutados en 1938.
Los expertos del servicio secreto alemán Sicherheitsdienst que habían llevado a cabo la campaña de desinformación contra Tujachevski, seguramente no se imaginaron que, después de la ejecución del mariscal Stalin, diezmaría a todo el colectivo de comandantes del Ejército Rojo.
Sólo la paranoia del dictador soviético puede explicar la colosal purga que afectó casi a la mitad del cuerpo de oficiales, es decir entre 20.000 y 35.000 militares. Entre 1937 y 1938 Stalin mandó ejecutar a 3 de sus 5 mariscales, a 13 de los 15 jefes de ejércitos, a 110 de los 195 comandantes de divisiones. Fueron sustituidos por oficiales novatos.
El 22 de junio de 1941 las tropas nazis invadieron la Unión Soviética. El país las enfrentó con un Ejército descabezado, sin sus mejores comandantes, ejecutados por Stalin. Después de la muerte del dictador, en 1953, el ex jefe del Estado Mayor soviético, Vasilevski, dijo al escitor ruso Konstantin Simonov: “Cuando Hitler optó por la guerra, jugó un gran papel en su decisión el hecho de que una considerable parte de nuestro cuerpo de oficiales había sido liquidada”.
MAG/07.05.2016
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