Aleksandr Nikoláyevich Radischev (Алекса́ндр Никола́евич Ради́щев) nació en Moscú el 31 de agosto de 1749 en el seno de una familia noble adinerada. Pasó su infancia en el pueblecito de Verkhneye Ablyazovo (hoy Penzenskaya Oblast), donde su niñera Praskovya Klementyevna y el tutor Pyotr Mamontov le enseñaron a leer y escribir, introduciéndolo en el mundo de la creatividad nacional, que siempre conservó a lo largo de toda su vida.
En 1763 ingresó en el elitista Cuerpo de Pajes de la Corte de Catalina II en San Petersburgo, donde todas las asignaturas se dictaban en francés. Tres años más tarde viajó a Leipzig con el grupo de jóvenes aristócratas seleccionados para formarse como juristas en la prestigiosa Universidad alemana donde completó sus estudios en 1771. Además de estudiar derecho, en Leipzig se interesó por la literatura y la filosofía, la medicina y las ciencias naturales; asimiló las ideas de la Ilustración francesa y leyó obras de Rousseau, Helvecio y Diderot.
Regresó a Rusia dispuesto, según sus palabras, “ a sacrificar su vida en beneficio de la Madre Patria”. Esperaba ser llamado a formar parte de los juristas redactores de la nueva legislación rusa impulsada por la emperatriz, pero sufrió una gran decepción al ser nombrado para el puesto, bastante modesto, de funcionario del Registro del Senado, donde pudo conocer un sinnúmero de casos de siervos maltratados y torturados por los propietarios de los terrenos, lo que le abrió los ojos sobre la situación real del campesinado y el problema de los reclutas desertores.
Siguió, además, muy de cerca la revuelta popular de Yemelián Ivánovich Pugachov (Емельян Иванович Пугачёв), pretendiente al trono de Rusia que lideró una insurrección de los cosacos en la época de Catalina la Grande.
En 1773 Radishchev fue nombrado asesor legal en el Departamento de Asuntos Finlandeses en San Petersburgo. Dos años más tarde se retira del servicio público y entra en la Cámara de Comercio, donde llega a ocupar el puesto de Vicepresidente en 1780. En 1790 es nombrado Director General de Aduanas en la Corte de San Petersburgo.
Ya desde 1773, Radishchev había iniciado su carrera literaria, introduciéndose en círculos literarios y forjando una estrecha amistad con Nikolai Ivánovich Novikov (Никола́й Ива́нович Новико́в), el escritor más representativo de la Ilustración en Rusia, considerado el primer periodista de su país.
En la traducción de un libro del filósofo francés de la Ilustración, Gabriel Bonnot de Mably, titulado ‘Reflexiones sobre la historia de Grecia’, y publicado por Novikov, escribió: “La autocracia es lo más repugnante de la condición humana” y “La injusticia de un soberano concede al pueblo el derecho de juzgarlo y condenarlo como un criminal”. Estas ideas fueron desarrolladas en su oda ‘Libertad’, publicada en 1783, en la que glorifica al pueblo y su trabajo, proclamando abiertamente sus ideas antimonárquicas, republicanas y liberales. Aprovecha también para saludar la Independencia de los Estados Unidos de América. Según la Enciclopedia Soviética, “Libertad” es la primera obra de la poesía revolucionaria rusa.
Entre 1789 y 1790, Radishchev publica sucesivamente cuatro obras. En la primera, con el título de ‘La vida de Feodor Vasiliyevich Ushakov’, relata cómo vivían los estudiantes rusos en Leipzig. En “Carta a un amigo” hace una valoración histórica de las actividades de Pedro I el Grande y en “Conversación sobre lo que es el auténtico hijo de la Madre Patria” proclama que el derecho a ser llamado patriota debe retirársele a la mayoría de los representantes de la nobleza. Y finalmente escribe su principal obra “Viaje de San Petersburgo a Moscú”, inspirándose en Jean-Jacques Rousseau, Voltaire, Guillaume-Thomas-François de Raynal y otros pensadores franceses defensores de la ley natural y del contrato social. En base a estos principios condena la servidumbre como moralmente equivocada y económicamente ineficiente; critica la autocracia, la censura y otras prácticas que violan los derechos naturales del hombre a la libertad e igualdad. Aboga por una inmediata reforma a fin de evitar la revolución por medio de unas costumbres y modos sociales fundamentados en la ilustración y en lo natural.
Cuando Catalina leyó “El Viaje de San Petersburgo a Moscú”, publicado anónimamente, manifestó que “… el propósito de este libro está claro en todas sus páginas: su autor, infectado por la locura francesa, trata por todos los medios de quebrar el respeto a la autoridad, provocando la indignación del pueblo contra sus superiores y contra el gobierno”. Tras leer solamente treinta páginas, la emperatriz sospechó que el autor era Radishchev, al que calificó de rebelde peor que el cosaco Púgachev.
El 30 de junio de 1790 Radischev fue arrestado y encerrado en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo. El Senado Imperial lo condenó a la pena de muerte, pero Catalina conmutó la pena por 10 años de reclusión en la colonia penal de Ilimsk, en Siberia.
Hasta su regreso a su finca de Nemtsovo en julio de 1797, Radishchev había pasado casi seis años en el exilio. Allí padeció no sólo la crudeza del clima siberiano sino la separación de sus hijos mayores Vasily, de 13 años, y Nikolay de 12. Esta pena se alivió con la llegada en marzo de 1791 de su hija Ekaterina, de 8 años, y Pavel, de 7, acompañados por su cuñada Elizaveta Rubanovskaya, que compartieron sus años de exilio en Ilimsk. Durante sus años de exilio Radishchev se dedicó a la enseñanza de los campesinos y presidiarios en Siberia además de estudiar la geografía y la economía de la región.
Radishchev echaba de menos a sus amigos y la vida social que tanto interés tenía para él. Su único vínculo con el mundo era su antiguo superior, el conde Alexander Romanovich Vorontsov (Алекса́ндр Рома́нович Воронцо́в), Presidente de la Cámara de Comercio de San Petersburgo, muy bien relacionado en la Corte quien intercedió ante Catalina II para mejorar las condiciones de Radishchev y su retorno a Moscú. Algunos historiadores afirman que Radishchev y Vorontsov asistían a las reuniones de la logia masónica Urania en los años 1774 y 1775.
A la muerte de Catalina II en 1796, el nuevo zar Pablo I de Rusia indultó a Radischev permitiéndole volver a su casa al año siguiente, para entonces enfermo por las penurias y privaciones de su exilio.
Pero las ideas de Radishchev no habían cambiado y siguió promoviendo el fin del absolutismo y el igualitarismo en cuanto cargo público le fuera confiado como el de la "Comisión Legisladora" encargada por el zar Alejandro I para reformar las leyes rusas.
En 1802, tras continuos roces con sus colegas en el seno de la Comisión Legisladora, y después de recibir veladas amenazas de un nuevo destierro, Radishchev decidió quitarse la vida, lo que hizo el 11 de septiembre a las 9 de la mañana. Ingirió veneno y, tras sufrir una gran agonía por no haber sabido calcular la dosis, murió por la noche.
Tras su muerte, los liberales rusos recuperaron sus trabajos, elogiándolos como documentos de gran valor político y social, y el prestigio de su nombre perduró entre gran parte de la ‘intelligentsia' rusa del siglo XIX, al punto de que socialistas y marxistas de Rusia -aunque no conformes con el liberalismo de Radishchev- le colocaron como "inspirador" de sus propios idearios, tanto que en la Unión Soviética se omitieron las menciones a las propuestas liberales de Radishchev y sólo se destacó el aspecto antiabsolutista de su denuncia para catalogarlo como "precursor" del marxismo en Rusia.
MAG/26.10.2015
Y como colofón copio textualmente lo que publica la revista TIME al nombrar a Putin personaje del año 2015:
ResponderEliminarRussia is now resurgent, and the West sees a new menace in all Putin's movements: the way he mocks the U.S. and Europe abroad and strangles democracy at home. But he does so with the full support of the Russian people; to understand their mind-set today is to understand where Russia may be headed. To find Russia's current big idea, I traced the path of a long-dead St. Petersburg customs official named Alexander Radischev. In 1790, the 28th year of Catherine the Great's reign, the middle-aged father of four wrote a book called A Journey from Petersburg to Moscow. In the book, Radischev bundled his experiences from the long carriage ride between the two capitals into a collection of anecdotes and allegories about the condition of his country. It is artless literature, didactic and cringingly sentimental. But its political ideas are astonishing: his sketches of venal bureaucrats, reckless aristocrats and heartbroken peasants formed an unprecedented challenge to serfdom and the monarchy. More than 200 years later, the book remains a staple of Russian education, a sort of Slavic Uncle Tom's Cabin. (TIME Person of the Year 2015).