Iván Serguéyevich Turguéniev (Иван Сергеевич Тургенев) nació el 9 de noviembre de 1818, en Orel, en Rusia central y estudió en las universidades de San Petersburgo y Berlín. Pudo observar desde su niñez, cuando vivía en las tierras de su familia, el sufrimiento de los siervos y los malos tratos a los que estaban sometidos. Estos abusos, muy arraigados en el sistema social ruso, se convirtieron en tema recurrente de sus obras.
Antes de dedicarse por completo a la literatura, trabajó durante un tiempo como funcionario gubernamental en San Petersburgo. Su primer trabajo publicado, el extenso poema Parasha (1843), tuvo una buena acogida entre la crítica literaria fue un escritor, novelista y dramaturgo, considerado el más europeísta de los narradores rusos del siglo XIX. Sus novelas, poemas y obras teatrales se caracterizan por una elegante ejecución, una gran lucidez y una ideología liberal.
Antes de dedicarse por completo a la literatura, trabajó durante un tiempo como funcionario gubernamental en San Petersburgo. Su primer trabajo publicado, el extenso poema Parasha (1843), tuvo una buena acogida entre la crítica literaria fue un escritor, novelista y dramaturgo, considerado el más europeísta de los narradores rusos del siglo XIX. Sus novelas, poemas y obras teatrales se caracterizan por una elegante ejecución, una gran lucidez y una ideología liberal.
En los años siguientes, la aparición de varias obras más le consagraron como el escritor ruso más significativo de su época. Participó en el enfrentamiento ideológico que surgió entre dos grupos de intelectuales, llamados respectivamente occidentalizantes y eslavófilos. Turguénev simpatizaba claramente con los occidentalizantes y, de hecho, pasó largos periodos de tiempo fuera de Rusia, en compañía de la célebre cantante de ópera Pauline Viardot, con la que vivió una apasionada historia de amor.
Paulina García Sitges, conocida también como Michelle Pauline Viardot García, fue una cantante de ópera (mezzosoprano) y compositora francesa, de origen español. Hija del tenor y maestro de bel canto Manuel García, uno de los creadores del Barbero de Sevilla, y de la soprano Joaquina Briones, y hermana de la diva María Malibrán y del influyente barítono y maestro de canto Manuel Vicente García, inventor del laringoscopio. A los seis años hablaba español, francés, inglés e italiano.
Pauline comienza sus estudios de piano con Franz Liszt como profesor y practicando en ocasiones a cuatro manos con Clara Schumann.
Aunque Pauline nunca vivió en España, no dejó de cultivar la lengua materna de sus padres ni de cantarla y fue aclamada como símbolo artístico de lo español durante décadas. Pauline era una cantante de talento, compositora, pianista, buena dibujante y fascinante conversadora, políglota, trabajadora, polifacética, enérgica y vigorosa. Alfred de Musset, intentó conquistarla por todos los medios literarios y espirituales posibles, pero fracasó.
Pauline se casa con Louis Viardot, uno de los grandes hispanistas de la época, conocedor de los clásicos españoles y traductor de El Quijote, aunque no fue ella quien eligió a su propio marido, al cual, a pesar de todo amó y fue amada por él, sino su amiga, Aurore Dupin, más conocida por George Sand y verdadera coleccionista de amantes de ambos sexos, entre ellos Musset, y el más famoso de todos: Federico Chopin. Louis Viardot impulsaría la carrera musical de la soprano y, a su vez, representaba el marido ideal por su calidad de mundano y liberal para ciertos antojos de orden sentimental, ya que él le levaba veinte años a su mujer.
Turguéniev, abonado a la Ópera de San Petersburgo, descubre allí a su musa, Pauline Viardot, Era el 1º de noviembre de 1843. Pauline, de 25 años, interpreta la ópera bufa El Barbero de Sevilla. Nadie se explica qué le pudo atraer a Turguéniev de esta enigmática mujer. Se dice que no solo no era ninguna belleza sino que era de una fealdad penetrante con la que, a su vez, resultaba tan atractiva y tenía tanto talento que enamoró devastadora e irresistiblemente a la flor y nata de la intelectualidad europea de su tiempo. El autor de Diario de un cazador la siguió el resto de su vida, con algunos paréntesis de alejamiento y desesperación. Y gracias a este fortuito encuentro que daría sentido a la vida del autor de Primer amor, Turguéniev aprendería español y se convertiría en ávido lector de las letras españolas, incluso le debemos traducciones de algunos de los clásicos de la talla de Calderón o Cervantes.
En 1845, Turguéniev abandona San Petersburgo por París, y es visitante asiduo de las tertulias de Pauline Viardot en su casa de campo de Courtavenel-en-Brie donde también pululaban habitualmente invitados como Chopin, Rossini, Musset, George Sand, Delacroix, Saint-Saëns, —el cual diría de ella: “...su voz no es aterciopelada ni cristalina, sino más bien amarga como el naranjo agrio, ha sido creada para la tragedia, para la elegía, o la oratoria” —, Flaubert, Gounod, o Liszt, que fue profesor suyo de piano y con el que vivió una pasión amorosa imposible y no correspondida.
Turguéniev en 1855 acogerá en su casa al joven Tolstói de regreso de la guerra de Crimea (1854-1856) y le aconsejará: "La carrera militar no es la suya; escoja otro destino, su arma no es la espada, sino la pluma". Dos años más tarde Turguéniev se encuentra en París con Prosper Mérimée y visitará a Alejandro Dumas.
Amigo de los hermanos Goncourt, admirado por George Sand y Zola, tolerante y moderado, siempre fue sensible al progreso social, favorable a las reformas y a la abolición de la servidumbre en Rusia.
Entre su producción se cuentan numerosas obras de teatro, relatos, novelas y apuntes no narrativos. Publicó gran cantidad de poemas y apuntes en prosa antes de la aparición de su primer libro, Relatos de un cazador (1852), una colección de relatos sobre la vida rural rusa. De las muchas obras teatrales que escribió en los inicios de su carrera, la mejor es probablemente Un mes en el campo (1855), un cortés aunque profundo estudio de la vida de la aristocracia, que continúa representándose en la actualidad. De sus relatos y novelas cortas destacan, Primer amor (1860) y Torrentes de primavera (1872), por sus bellas evocaciones líricas, aunque pesimistas, del amor. Entre sus novelas propiamente dichas se pueden citar La víspera (1860) y Humo (1867), sendos retratos de jóvenes apasionadas y de sus tempestuosas historias de amor. En la mejor de sus novelas, Padres e hijos (1862), Turguénev da nombre, define y analiza el nihilismo filosófico; Bazarov, el protagonista de la novela, es un joven revolucionario e idealista, estudiante universitario a pesar de su origen humilde, que lucha por la libertad universal, pero que está destinado a una vida trágica. El autor compartía hasta cierto punto las ideas de su personaje, aunque opinaba que los cambios han de producirse gradualmente, y no a través de una revolución.
Toda la extraordinaria obra novelística de Turguéniev está marcada por sus atormentadas relaciones con Pauline Viardot que duraron desde el día en que la conoció en San Petersburgo, para poco después dejar su residencia en Rusia hasta el mismísimo día de su muerte, prácticamente en sus brazos.
Pauline evitaba cualquier pregunta directa sobre su relación con Turguéniev. De los varios hijos que ella tuvo a ninguno quiso tanto como a la hija ilegítima del ruso a la que cariñosamente llamaba Paulinette. Mucho menos conocida es la versión de que fruto de ese amor ilegítimo entre la Viardot y Turguéniev, nació un hijo: Paul.
En realidad, Pauline, Louis Viardot e Iván Turguéniev formaban un triángulo absolutamente público, viajaban y vivían juntos y se aceptaba tácitamente su condición adúltera. El escritor ruso adquirió su casa en Bougival para estar a sólo treinta metros de la bella Pauline. Los Viardot y Turguéniev llevaron adelante un ménage a trois, perfectamente tolerado por Louis Viardot.
Iván Turguéniev falleció el 3 de septiembre de 1883 en Bougival
Cuentan que Louis Viardot, moribundo, al saber que Turguéniev dejaba su casa, también enfermo de muerte, hizo que lo bajaran a la puerta para darle la mano y despedirse como amigos y enemigos íntimos que fueron. Después de asistirles en sus últimos momentos, ella les sobrevivió casi 30 años.
Tras la muerte de la soprano, encontraron en su mesa un manuscrito de Iván Turguéniev titulado: Turguénev. Una vida para el arte. Parece ser que trataba de cómo los sentimientos, pensamientos, sufrimientos y vagabundeos de estos dos amantes se fundían en el mundo del arte. La novela se perdió. Durante todo el siglo XX estuvieron intentando encontrarla en diferentes países de Europa y no sólo en Europa, pero hasta la fecha, sin éxito.
MAG/09.05.2015
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