lunes, 25 de mayo de 2015

Piotr Alekséyevich Kropotkin, el príncipe anarquista



El príncipe Piotr Alekséyevich Kropotkin (Пётр Алексеевич Кропоткин) nació en Moscú en 1842, en el seno de una familia noble. Su padre, el príncipe Alekséi Petróvich Kropotkin, descendiente de los Rúrik, era dueño de grandes latifundios en tres provincias, y disponía de unos 1200 siervos.

Por orden del zar Nicolás I, a los doce años ingresó en el Cuerpo de Pajes en San Petersburgo, la academia militar más selecta de Rusia, que suministraba al imperio sus asesores y funcionarios de élite. Kropotkin detestaba la disciplina militar de la escuela, pero su formación académica fue intensiva, recibiendo una educación racionalista y liberal, con un fuerte énfasis en las ciencias.



Desilusionado con la Corte, pidió ser destinado a un regimiento en Siberia para estudiar geología. Allí sus expediciones geográficas le pusieron en contacto con las gentes sencillas y sus virtudes y al mismo tiempo conoció la crueldad del sistema penal ruso. A raíz de la represión de la insurrección de Polonia en 1863, abandonó el Ejército y se dedicó a la geografía, asumiendo posturas críticas contra el régimen zarista. 

Después de unos años de estudio, hizo un viaje por Europa. El contacto con los anarquistas del Jura suizo fue decisivo: admiraba su vida marcada por el amor a la libertad y la combinación de industria doméstica (relojes) con trabajo en tierras propias: preferían ganar menos (en comparación con las obreros de las fábricas) a perder la libertad.

Cuando regresó a Rusia, entró en contacto con los narodniki y se dedicó a la difusión de sus ideas anarquistas, influido por Proudhon y Bakunin. En 1872 se afilió a la Primera Internacional (la AIT), en cuyo seno apoyó la corriente anarquista de Bakunin en contra del liderazgo de Marx. La represión zarista lo encarceló en la fortaleza de Pedro y Pablo (1874). Allí enfermó, fue trasladado al hospital y consiguió evadirse huyendo a Francia en 1876. 



En París participó en los intentos de reunificación del movimiento obrero internacional y con la ayuda del geógrafo Eliseo Réclus fundó el periódico Le Révolté, en cuyas páginas defendió las ideas anarquistas y la necesidad de hacerlas realidad mediante el uso de la violencia. La participación en algunos disturbios le llevó a la cárcel de nuevo en 1882. Preso durante tres años, enseñó a los presos geografía y matemáticas, colaborando también en revistas y enciclopedias. 

Enfermó en la cárcel y las presiones de los intelectuales consiguieron su libertad en 1886, pasando a Inglaterra. Se estableció en un suburbio de Londres, donde ocupaba su tiempo cuidando de su jardín, y recibiendo a ilustres visitantes como Bernard Shaw y Thomas Mann). En este periodo escribió sus principales obras, en las que definió el comunismo libertario, ideología predominante entre los anarquistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que vino a sustituir al colectivismo de Proudhon y Bakunin. Destacan La conquista del pan y Memorias de un revolucionario, La anarquía, su filosofía, su ideal, Campos, fábricas y talleres (colección de artículos) y La ayuda mutua

La ayuda mutua es la obra más representativa de la personalidad intelectual de Kropotkin. En ella se encuentran expresados por igual el hombre de ciencia y el pensador anarquista; el biólogo y el filósofo social; él historiador y el ideólogo. Abarca casi todas las ramas del saber humano, desde la zoología a la historia social, desde la geografía a la sociología del arte, puestas al servicio de una tesis científico-filosófica que constituye, a su vez, una particular interpretación del evolucionismo darwiniano.

Kropotkin parte, como todo anarquista, de la creencia en la capacidad del hombre para la convivencia: el hombre tiene tendencia espontánea a apoyarse mutuamente. Frente al principio darwinista de la lucha por la supervivencia individual, él defiende el principio de colaboración y ayuda mutua sobre el que se basan las sociedades animales. No sobreviven los animales más astutos o fuertes, sino los que saben cooperar mejor. Lo que sucede es que no todas las formas de convivencia humana promueven la ayuda mutua: hay formas sociales naturales y antinaturales. Los hombres viven más felices en grupos pequeños, que pueden funcionar sin ninguna autoridad porque en ellos es más fácil desarrollar la inclinación a la ayuda mutua. Una gran sociedad puede ser natural solamente si descansa en pequeñas comunidades naturales.

Gradualmente fue adoptando posiciones más moderadas: preconizó vías de acción eminentemente políticas, valoró positivamente la lucha sindical como medio de despertar la conciencia revolucionaria de las masas, e incluso recomendó a sus seguidores apoyar al bando aliado en la Primera Guerra Mundial (1914-18). 

Cuando llegó la Revolución de 1917, la acogió entusiasmado y regresó a Rusia. Aceptó a Alexandre Kerenski como etapa de transición burguesa, porque era un avance. Acepto el golpe revolucionario de los bolcheviques Lenin y Trosky, porque creía en los soviets. Pero cuando vio que se instalaba una dictadura, se colocó en la oposición. Se retiró enfermo a una aldea cercana a Moscú, viviendo de las coles que él mismo cultivaba, sin aceptar la mejora en alimentación que le ofrecieron los bolcheviques.

En noviembre de 1920 entregó a Margaret Bonfield su Carta a los obreros de todo el mundo que fue muy difundida. En ella exhortaba a todos los pueblos a aprender de la Revolución Rusa; alababa a los soviets como instituciones de participación directa, como un primer paso en el camino hacia el comunismo libertario (es decir, el anarquismo); pero hacía notar que habían sido reducidos a instrumentos al servicio del Partido Comunista. 

Poco antes de morir, escribía a Lenin:

No puedo llegar  a comprender, por más que me esfuerzo y por más voluntad que pongo en ello, cómo nadie de los que le rodean a usted no le ha dicho todavía que las decisiones del género que usted está tomando evocan los oscuros tiempos de la Edad Media y los días de las Cruzadas. Vladimir Illich, sus actos resultan muy poco dignos de las ideas que, según usted mismo, sostiene…Si tales métodos son tolerados ahora, no nos será muy difícil que un día no muy lejano se use entre ustedes la tortura como en la Edad Media…



Kropotkin murió cuando intentaba formar un grupo político de inspiración anarquista en la Rusia soviética el 8 de febrero de 1921. A su entierro unas 100 000 personas acompañaron al féretro, seguidas de una orquesta que ejecutaba la Patética de Chaicovski. Cientos de banderas de partidos políticos, sociedades científicas, sindicatos y organizaciones estudiantiles ondeaban entre los concurrentes. En el Museo Tolstói también ondeaba la bandera negra de los anarquistas. Una vez en el cementerio, los oradores fueron pronunciando sus homenajes; el último en hablar fue Aarón Barón, uno de los anarquistas presos liberados provisionalmente, que audazmente protestó contra el gobierno bolchevique, las cárceles y las torturas contra los revolucionarios opositores. El entierro de Kropotkin fue la última manifestación masiva del anarquismo ruso durante el gobierno bolchevique.


MAG/25.05.2015




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