domingo, 28 de febrero de 2016

El Príncipe Mijaíl Semionóvich Vorontsov, virrey del Cáucaso



Mijaíl Semionóvich Vorontsov (Михаи́л Семёнович Воронцо́в), nació en San Petersburgo el 19 de Mayo 1782, en el seno de una de las familias más antiguas de la aristocracia rusa, cuyo linaje se remonta al s. XI, con la llegada a Kíev de un comandante militar alemán. Su antepasado Mijáil  Illarionovich Vorontsov participó activamente en la revolución palaciega que subió al trono de Rusia a Isabel I en 1741. Poco después, los Vorontsov pudieron utilizar el título nobiliario de Condes.

En su bautizo Mijaíl fue nombrado cabo socorrista del regimiento Preobrazjenski. Pasó su infancia en Venecia y más tarde en Londres, donde su padre representaba al Imperio Ruso ante el rey de Gran Bretaña e Irlanda. Fue educado por profesores especialistas en Humanidades, Ciencias Naturales, Matemáticas, Arquitectura e Idiomas. Dominaba con soltura al menos siete lenguas, algunas de ellas antiguas. También recibió clases de equitación y del uso de las armas de fuego. Ya desde niño mostró una gran inclinación por la carrera militar. 

El zar Pablo destituyó a su padre y le confiscó sus propiedades. Tras el ascenso al trono de Alejandro I, Semión Romanovich fue restituido en su puesto y sus bienes le fueron devueltos. En la Embajada Mijaíl actuó como secretario de su padre hasta que alcanzó la mayoría de edad y en 1801 partió para Rusia con una sola maleta y sin sirvientes. 

Ya que había sido nombrado a sus 16 años Chambelán de la Corte, Mijaíl Semionóvich podría optar a puestos importantes en la Corte, pero prefirió comenzar su carrera militar como teniente de la Guardia. Al año solicitó ser trasladado al Cáucaso para servir en puestos más arriesgados. Y a partir de este momento estuvo en el campo de batalla casi sin interrupción durante veinte años. En los cuatro primeros años combatió en el Cáucaso, donde ascendió a comandante siendo condecorado tres veces. El 15 de enero de 1804 estuvo muy cerca de la muerte y fue trasladado a Pomerania donde recibiría el grado de coronel. De 1809 a 1812 luchó contra los turcos a las órdenes del general Piotr Ivánovich Bagratión, quien le nombró general de brigada, condecorándolo con otras dos medallas y entregándole una espada de oro y diamantes por su valiente comportamiento en Rushchuk.

En 1812, y con el ejército de Bragatión, entró en guerra contra las tropas francesas en la batalla de Borodinó, defendiendo la fortaleza de Shevardinski cerca del pueblo de Semionovskaia. A la caída del sol del 26 de agosto, de su división sólo quedaban 300 soldados y 3 oficiales. Vorontsov fue herido con bayoneta en una pierna y evacuado a una casa en Moscú que había heredado de la princesa Dashkova y que hoy alberga el Conservatorio.

A fin de evitar que durante el saqueo las tropas de Napoleón se hicieran con sus muebles y libros, Vorontsov fletó embarcaciones para su transporte a su finca Andreevskoie en Vladimir. Cuando se percató del número de soldados heridos que quedaban en Moscú, mandó descargarlo todo e invitó a 50 generales y oficiales a que subieran a bordo para su recuperación en su finca y a su cargo.

En diciembre de ese mismo año Vorontsov se curó de sus heridas y regresó al frente, distinguiéndose en campaña hasta la caída de París. En febrero de 1813 fue ascendido a teniente-general y condecorado con sendas medallas, una por la batalla de Leipzig y la otra por la de Craon, donde en 1814 su ejército formado por 14.000 hombres se enfrentó a los 50.000 soldados de las tropas dirigidas por Napoleón en persona. Tras diez horas de batalla, el ejército francés tuvo que retroceder.

En agosto de 1815 el Conde Vorontsov fue nombrado Comandante-en-Jefe de las tropas rusas, 30.000 hombres, en el ejército aliado, a las órdenes de Wellington, estacionadas en Francia hasta el final de la guerra en 1818. De regreso pagó de sus bienes todas las deudas que habían contraído sus tropas en los restaurantes y hoteles durante la ocupación de París, y que se habían negado a pagar, lo que le costó casi una cuarta parte de su fortuna personal.

Filipp Filippovich Vigel en sus ‘Memorias’ escribió: “Hoy en día el ejército ruso tiene dos favoritos Vorontsov y Yermelov. El valiente Vorontsov, joven todavía y lleno tanto de riquezas como de valor prefiere las dificultades y peligros de la vida de un soldado al esplendor y placeres de la Corte, comportándose como un padre con sus hombres, y como un compañero, amigo y hermano con los oficiales”.

En el año 1819 en París el Conde conoce a su futura mujer, Yelizaveta Xaviérievna Vorontzova (de soltera Elżbieta Branicka). La noble polaca y el general ruso se enamoraron a primera vista. La consideraban una de las mujeres más bellas de Odesa, donde residió gran parte de su vida. En el corto período que Aleksandr Pushkin pasó en esta ciudad se enamoró de ella, y de ahí la animadversión de éste contra el conde Vorontzov.

En 1842 Mijaíl Semionóvich le regaló a su esposa, por su cumpleaños, la Escalera Potiomkin o  Escalinata de Odesa, construida por el famoso arquitecto italiano Francesco Boffo y que llevaba hasta el agua del mar descendiendo por sus 200 peldaños. Al final de su vida se le otorgó a la Princesa Yelizaveta Vorontsova, la más alta condecoración femenina del Imperio por sus actos de caridad y beneficencia.

En 1820 el Conde Vorontsov presentó conjuntamente con A. S. Menshikov un documento al zar donde se definía una nueva sociedad que ambos se ofrecían a dirigir y en la que a los siervos se les concedía la libertad, comenzando por los suyos propios en su finca de Murino. El proyecto mereció el apoyo de los hermanos Turguenev y otros personajes importantes en la Corte, pero Alejandro I lo rechazó.

También en ese mismo año Vorontsov, Menshikov, S.Pototskii y A.A.Lobanov-Rostovski fundaron la primera compañía de diligencias entre Moscú y San Petersburgo, que más tarde extendería sus servicios a Vyborg, Imatra, Kiev, Kovno, etc. … .

Añorando el ejército, Vorontsov solicitó su reingreso en alguna guarnición del sur del Imperio ruso.
Respondiendo a su petición fue nombrado Gobernador General de Novorosia y Besarabia, que comprendía el sur de Ucrania, la costa norte del Mar Negro y Crimea, fijando su residencia en Crimea.

A mediados de 1823 Vorontsov incorporó un motor a vapor a la embarcación que había construido en su finca y la botó al río Dnieper para asombro de quienes la vieron. Luego continuó navegando en un barco a remos hasta llegar a Ekaterinoslav para tomar posesión de su puesto como Gobernador General. Uno de los mayores problemas con que se iba a encontrar era una plaga de langosta en los seis años últimos, que sería también otro tema de confrontación entre Vorontsov y Pushkin. 

En 1793 el español José de Ribas, a las órdenes de Catalina II, había presentado ante la zarina el proyecto de una ciudad en las ruinas de la antigua Jadzhibey. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa, y el ya vicealmirante Ribas, tomando como modelos el urbanismo francés y las ciudades de Livorno, Génova y Nápoles, se pone manos a la obra, logrando finalizar su proyecto en el tiempo récord de dos años. En 1794 es nombrado gobernador de la ciudad y Catalina II la bautiza como Odesa en memoria de la antigua colonia griega Odissos que se asentaba en el lugar. Los primeros habitantes fueron cosacos, aunque muy escasos. Para atraer nuevos pobladores José de Ribas declaró que los que se establecieran en Odesa no pagarían impuestos y se les darían tierras para construir sus casas. En 1799 la ciudad ya contaba con más de 4500 ciudadanos. Es precisamente en esta ciudad donde Mijaíl Vorontsov decide fijar su residencia en 1825 y toma contacto con los tártaros de Crimea y sus líderes religiosos. 

En octubre de ese año el zar Alejandro I viaja a Crimea y llega a su castillo de Taganrog. Quince días más tarde, el 1º de diciembre de 1825 anuncian la muerte del zar Alejandro I por paludismo. Posteriormente se comprobó que el informe de su autopsia era falso. Once años después, cuando se suponía que el zar llevaba todo ese tiempo muerto, en el otoño de 1836, un sorprendente personaje de unos sesenta años es tomado preso en la provincia de Perm. Este caballero de ademanes nobles se presenta como un vagabundo de nombre Fiódor Kusmich (Фёдор Кузьмич) de vuelta de un largo viaje por Tierra Santa. Fiódor falleció en Tomsk (Siberia) en 1864 y canonizado por la iglesia rusa en 1984, gozando de gran veneración por parte de la familia imperial, lo que alimentó la sospecha de que este ermitaño se trataba realmente de Alejandro I. El episodio está tan aceptado en Rusia que Lev Tolstoi lo recoge en su libro “Guerra y Paz” donde asegura que aquel eremita era el zar Alejandro.

Vorontsov se desplazó a Taganrog, aunque llegó tarde para rendir sus respetos al zar Alejandro I. Fue entonces cuando tuvo noticia de la rebelión de los decembristas, a cuyos cabecillas tuvo que juzgar en su condición de miembro del Consejo de Estado. 

Poco después viajó en su embarcación a vapor a Ackerman, cerca de Odesa, donde negoció con los turcos, un acuerdo favorable para los intereses de Rusia. A finales de ese año de 1825 Vorontsov es nombrado miembro honorario de la Academia Imperial de las Ciencias.

Bajo el impulso de Vorontsov, Odesa experimenta un espectacular crecimiento como puerto comercial y ciudad culta contando con teatro, liceo, un instituto de ciencias orientales y sociedades científicas de agricultura, historia y antigüedades así como una biblioteca pública muy bien dotada de libros en francés e inglés, para extender la cultura occidental en el sur de Rusia. Se editaron además dos periódicos en ruso y en francés. En aquel período, gracias a la intercesión de Vorontzov, se les permite a los judíos y gitanos empadronarse en la zona, cuando hasta la fecha habían sido considerados proscritos.

Durante la permanencia de Vorontsov en Crimea, despegó la industria vitivinícola en sus propias fincas de Ai-Danil, Gurzuf y Massandra, suministrando vino a toda Rusia y exportándolo por barco a Europa. En 1828 comenzó a operar una compañía de barcos de vapor en el Mar Negro.

También en 1828 el zar Nicolás I visitó Odesa, nombrando a Vorontsov comandante del asedio a la plaza de Varna, que fue recuperada en mes y medio, lo que supuso para Vorontsov la entrega del rifle de diamantes. Al año siguiente le fue concedida la Orden de San Andrés el Primer-LLamado, la más prestigiosa del Imperio ruso por su brillante conducta en campaña y mantenimiento de  las líneas de suministro.

De vuelta a sus obligaciones civiles, Vorontsov tuvo que enfrentarse a la epidemia bubónica y al amotinamiento de los marinos de Sebastopol ante las medidas adoptadas para frenar aquélla.

De 1830 a 1832 fueron unos años muy duros en la familia Vorontsov. Fallecieron su hija, su hijo Mijaíl y su padre, que seguía residiendo en Londres tras su jubilación como embajador. 

En diciembre de 1844, y a sus 62 años, al Gobernador General de Novorosia y Besarabia se le añadió el Cáucaso con poderes ilimitados como Comandante-en-Jefe de las tropas rusas allí destacadas. En esta toma de contacto con el Cáucaso, Vorontsov lo describió como un ‘abismo de confusión’. Y antes de entrar en batalla en la llamada guerra del Cáucaso viajó a Moscú para contrastar la situación con su amigo A. P. Yermolov. Y en San Petersburgo recibió instrucciones directas del zar Nicolás I para detener por sorpresa en el poblado de Dargo al imán Shamil, líder político y religioso ávaro de las tribus musulmanas del Cáucaso Norte.

La campaña en Chechenia y Daguestán comenzó el 6 de junio de 1845 y resultó especialmente peligrosa para las tropas rusas, que sufrieron inmensas pérdidas, ante la imposibilidad de cumplir las órdenes emanadas del propio zar. El conde Norotsov participó en las batallas corriendo gran peligro y diseñó un plan más ofensivo con avances graduales pero más seguros, mediante la tala y quema de árboles que dejaban al descubierto las fortificaciones tribales de los musulmanes. Ante el éxito de las tropas rusas, el zar elevó a Vorontsov al rango de Príncipe.

En el plano civil, Vorontsov impulsó el desarrollo del comercio, de la industria, de puertos, carreteras y agricultura en el Cáucaso, que permitieron que en tres años la región fuera calificada como relativamente tranquila y segura. 

A finales de los años cuarenta la salud del Príncipe comenzó a deteriorarse y en 1853 solicitó ser relevado de sus responsabilidades. Con ocasión de la coronación del zar Alejandro II, el 26 de agosto de 1856 el Príncipe Vorontsov recibió su último reconocimiento al ser nombrado Mariscal de Campo. Poco después de regresar a su palacio en Odesa, Mijaíl Semionóvich Vorontsov falleció el 6 de noviembre de 1856 siendo enterrado en la Catedral ortodoxa de Odesa, de la Transfiguración del Señor.



MAG/28.02.2016

domingo, 7 de febrero de 2016

Evgenia Ginzburg




Evgenia Solomónovna Ginzburg (Евгения Соломоновна Гинзбург) nació en 1906 en Moscú, hija de un farmacéutico judío. A los tres años su familia se trasladó a Kazán. En 1920 se matriculó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Kazán.

En 1925 se casó con un médico, Dmitri Fedorov, con quien tuvo un hijo, Alexei Fedorov, que moriría en 1941, durante el asedio de Leningrado. 

En 1930 se casó en segundas nupcias con Pavel Aksenov, lider del partido local y miembro de Comité Ejecutivo Central de la URSS. Tuvieron un hijo, Alexei, que llegaría a ser un conocido escritor.

En 1934 Evgenia Ginzburg sería nombrada inicialmente profesora ayudante de Literatura e Historia del Partido Comunista y poco después Directora del nuevo Departamento de la Historia del Leninismo. Como miembro del PCUS se consagró con fervor a la militancia en el partido y defendió con vehemencia su línea política.

Tras el asesinato de Serguéi Kírov en diciembre de 1934, Ginzburg, como otros muchos comunistas, fue acusada de participar en un "grupo trotskista contrarrevolucionario" pretendidamente surgido desde el consejo editorial del periódico Krásnaya Tatáriya en el que ella trabajaba. 

La ‘Gran Purga’ (Большая чистка), más comúnmente conocida en Rusia como ‘Era de Yezhov’ (ежовщина) fue el nombre dado a la serie de campañas de represión y persecución políticas llevadas a cabo en la Unión Soviética en el final de la década de 1930. Cientos de miles de miembros del  Partido Comunista Soviético, socialistas, anarquistas y opositores fueron perseguidos o vigilados por la policía; además, se llevaron a cabo juicios públicos, se enviaron a cientos de miles a campos de concentración (gulags)  y otros cientos de miles fueron ejecutados.

La campaña de represión desatada en la Unión Soviética fue crucial para consolidar en el poder a Iósif Stalin. Si bien los soviéticos justificaron posteriormente esta cruenta medida, argumentando que se limpió el camino de elementos "saboteadores" o disidentes para la futura guerra con la Alemania nazi, una gran cantidad de las víctimas eran miembros del Partido Comunista y líderes de las Fuerzas Armadas. Otros sectores de la sociedad que sufrieron la persecución fueron los profesionales, los kuláks (campesinos burgueses) y las minorías, que fueron vistas como una potencial "quinta columna". "Las acusaciones del fiscal, que llenaron largas columnas de los periódicos, después del asesinato de Kirov, producían escalofríos, pero no había duda. Parecía absurdo, increíble, pero lo afirmaba Pravda y, por tanto, no podíamos dudarlo. Pero el proceso comenzó a extenderse en círculos concéntricos, como las ondas de una charca de agua donde ha caído una piedra". La gran mayoría de estas detenciones fueron llevadas a cabo por el Comisariado del Pueblo para asuntos internos, también conocido como el NKVD.

En 1935 Evgenia Ginzburg fue destituida de su cargo y obligada a abandonar la Universidad de Kazán. A sus 31 años, a Evgenia se le abre la tierra bajo los pies, cae literalmente en los infiernos. El 8 de febrero de 1937, en el contexto de la ‘Gran Purga’, fue expulsada del Partido Comunista y una semana después fue arrestada acusada de participar en actividades contrarrevolucionarias y de haber "jugado a dos bandas”. 

Las principales víctimas fueron comunistas, militantes convencidos que en un momento dado de su trayectoria política habían coincidido con las plataformas de Trotsky, Zinóviev, Bujarin o la Oposición. Puesto  que escribía en el periódico Krásnaya Tatáriya, Evgenia conocía a uno de los calificados como opositores, al profesor Elvov, que había ido a parar a Kazán, como profesor en los Institutos Superiores, y quien había escrito la historia del partido comunista bolchevique, en cuatro volúmenes, editada por Emeljan laroslavskij. En el ensayo sobre 1905, escrito por Elvov para esa publicación, habían aparecido errores a propósito de la teoría de la "revolución permanente". Toda la obra, y en particular el ensayo de Elvov, fueron criticados por Stalin en su conocida carta dirigida a la redacción de la revista 'Revolución proletaria'. Los errores fueron calificados de "contrabando de ideas trotskistas en el momento del asesinato de Kirov, y con este historial, Elvov, "el profesor de los cabellos rojos", desapareció, y Evgenia fue acusada de “trotskista”, por no haber denunciado los errores en el texto del libro de Elvov.

Desde el momento en que fue arrestada, negó las acusaciones y jamás reconoció haber participado en ninguna organización contrarrevolucionaria trotskista. Sus padres también fueron arrestados y posteriormente puestos en libertad tras dos meses de detención. Asimismo, su marido fue arrestado.

El 1º de agosto de 1937, el Colegio Miltar de la Corte Suprema de la Unión Soviética, reunido en Moscú, acusó a Evgenia Ginzburg de terrorismo y la sentenció a 10 años de reclusión en celda de aislamiento, con pérdida de sus derechos civiles durante 5 años más y con confiscación de todas sus peretenencias. La sentencia fue declarada firme, sin posibilidad de apelación, además de empezarse a aplicar en las siguientes 24 horas. Ella llegó a escribir en una carta al Presidente del Presidium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética que todo su proceso judicial "duró siete minutos" incluyendo su interrogatorio y la lectura de la sentencia.

En su autobiografía, Ginzburg decía que sintió un "gran alivio" tras escuchar el veredicto, porque tenía miedo a ser condenada a muerte.

Eugenia pudo experimentar en primera persona las infames condiciones de las prisiones de Lefortovo y Butyrka en Moscú. Durante un mes cruzó la URSS en un vagón para transporte de animales con otros 77 prisioneros en un tren hacia Vladivostok. Posteriormente fue trasladada en un carguero de vapor hasta Magadán, donde trabajó en un campo de trabajo cuyo objeto era dar asistencia sanitaria. En 1939 fue enviada a los duros campos de trabajo en en el valle de Kolymá donde se le asignó la realización de "trabajos comunes" con temperaturas de hasta - 40º C, que fueron quebrantando su salud hasta llegar a unas condiciones extremas. El doctor Antón Walter fue quien posiblemente le salvó la vida al recomendarla para un puesto en enfermería. Walter era un médico de Crimea, de fe católica, que había sido deportado al campo de trabajo por sus orígenes germanos. Eugenia y Anton Walter finalmente contrajeron matrimonio. La pareja adoptó a una niña del orfanato, Antonina, que años después se convertiría en la actriz Antonina Pavlovna Aksenova.

En febrero de 1949, Evgenia Ginzburg fue trasladada Magadán durante permaneció 5 años más. Encontró trabajo en un jardín de infancia y empezó a escribir sus memorias en secreto. Su hijo Vasili Aksenov, tras once años de separación, pudo finalmente reunirse con ella. En aquel encuentro, Evgenia le comunicó a su hijo que había escrito en unas condiciones infrahumanas, una serie de capítulos testimoniales al que le dio como título de ‘El vértigo’.  Evgenia era consciente de que, sin la verdad sobre el pasado, nada -ni siquiera la esperanza, es decir algo que ella no había perdido- sería factible en el futuro. En este sentido, de intrépida e irreductible esperanza, deben entenderse las palabras con las que cerrará un segundo volumen que tomó como titulo, ‘El cielo de Siberia:’ "Y sin embargo quiero creer que, si ni yo ni mi hijo vivimos lo bastante para ello, al menos mi nieto podrá ver algún día el texto íntegro de este libro publicado en nuestro país". Aunque murió sin poderlo ver legalmente, pero si en diversas ediciones clandestinas, en aquellos papeles mecanografiados cosidos a mano, los ‘samizdat’ (самиздат) que corrían de mano en mano.

Tras la muerte de Stalin en 1953 y habiendo realizado recursos a varias autoridades para que su caso fuera reconsiderado, fue puesta en libertad el 25 de junio de 1955 y se le permitió volver a Moscú. Tras su regreso a Moscú trabajó como periodista y continuó redactando sus memorias llamadas "Krutói marshrut" (Крутой маршрут - Duro viaje), obra publicada en castellano bajo el título de ‘El Vértigo’.

A partir de 1959 comenzó a corregir y ampliar los textos escritos en los campos. Cuando se difundieron por el país a través de la vía clandestina suscitaron una gran sensación, por su veracidad, equilibrio y talento narrativo. El manuscrito llegó a Occidente, concretamente al avispado editor italiano Mondadori que buscaba su propio ‘Doctor Zhivago’ y a Possev en Frankfurt. Por los azares propios de la difusión clandestina fragmentaron en dos partes el relato, lo que obliga al segundo a efectuar una apretada síntesis (35 páginas) del primero. La obra causó una enorme conmoción, y ofrecía una perspectiva revolucionaria ya que Evgenia persistía en llamarse comunista, exponiendo hechos vividos desde una profunda óptica antiestaliniana, claramente expresada en la cita del poema de Evtusenko ‘Los herederos de Stalin’, que precede a ‘El vértigo’: Y yo dirijo/ a vuestro gobierno/ esta súplica:/ dóblese/ triplíquese/ la guardia de su tumba.

La escritora registró en su mente cada instante de su cautiverio, consciente de que una vez libre debía contar al mundo la odisea de hambre, frío, enfermedad y terror que padeció durante 18 años, y ofreció un testimonio vivo que se pone de manifiesto ya en las primeras páginas, en las que late el más amplio aliento de la realidad de los hechos; son el reflejo de una personalidad en extremo humana e íntegra, femeninamente instintiva y a la vez capaz de una severa coherencia. En su viaje al infierno durante dos décadas, Evgenia pasará por todos los recovecos del infierno estaliniano, y asimismo en sus vicisitudes interiores, desde el reconocimiento "experimental" de un providencial Bien Supremo que le devuelve la ilusión de vivir gracias a la amorosa amistad con el que habría de convertirse en su tercer marido, Anton Walter.

El testimonio de Evgenia refleja la vergüenza y el sentimiento de culpa que padeció al darse cuenta de que ella, militante del partido comunista, había contribuido a crear un estado de aniquilamiento del individuo. En prisión, aprendió rápidamente, dándose cuenta enseguida de que no estaba sufriendo una injusticia aberrante del sistema, sino que esa profunda injusticia era la naturaleza del sistema mismo. Empezó a aceptar su propio sufrimiento como un castigo necesario por haber sido en otro momento una ardiente cómplice de un régimen tan monstruoso, y su propio viaje a la prisión se convirtió en un camino hacia la contrición moral y la redención espiritual, un camino muy empinado hacia un nivel superior de entendimiento.

Evgenia Ginzburg falleció de cáncer a la edad de 72 años en Moscú.




MAG/07.02.2016

lunes, 1 de febrero de 2016

Natalia Dmitrievna Fonvizina-Pushchina, viuda de dos decembristas



Natalia Dmitrievna Fonvizina (Наталья Дмитриевна Фонви́зинa) era hija del jefe de la nobleza Kostroma, Dmitry Apukhtin Otradnoye. Ya de niña destacaba por su belleza. A sus 16 años tuvo muchos jóvenes pretendientes entre sus ricos vecinos terratenientes, pero ella no mostraba prisa alguna en casarse, lo que sus padres consentían. Sin embargo, un joven oficial, Iván Ivanovich Pushchin, viajó desde Moscú para visitar a sus amigos vecinos de los Otradnoye y comenzó a hacerle la corte a Natalia quien también empezó a interesarse por él. Pero un buen día éste desapareció inesperadamente y Natalia cayó en una profunda tristeza, pues estaba convencida de que el joven oficial iba a ser su marido. Decepcionada se entregó a las prácticas religiosas en preparación a la entrada en un monasterio. Escapó de su casa encaminándose hacia éste que distaba unos 90 km. Sus vecinos la encontraron en el camino obligándola a regresar a su casa.

Un pariente lejano, el general Mijáil Alexandrovich Fonvizin, 17 años mayor que ella, pidió la mano de Natalia y ésta aceptó unos meses más tarde. Se casaron en 1822 fijando inicialmente su residencia en el medio rural, que pronto abandonaron para trasladarse a un gran mansión que su marido poseía en Moscú, donde meses más tarde nacería su hijo Dmitri.

Esta vida tranquila se quebró en diciembre de 1825 cuando arrestaron a su marido por participar en el levantamiento del 14 de diciembre. Ella, que estaba en estado, siguió a su marido a San Petersburgo, donde él estaba encerrado en la cárcel de Pedro, e incluso pudo verlo. Confiaba en que los tribunales otorgasen un perdón general o en el peor de los casos que los exiliasen al Cáucaso. Sin embargo, el fallo del tribunal fue de lo más extremo: 15 años en la cárcel, transcurridos los cuales permanecerían permanentemente exiliados. Ante la presión ejercida por las naciones europeas, el zar anunció que la pena sería reducida a 12 años de trabajos forzados en Siberia. Por aquel tiempo, nació el segundo hijo que Natalia esperaba y le puso de nombre Mijail, como su padre.

Natalia, renunciando a su vida acomodada, decidió seguir de nuevo a su marido a Siberia. En 1832 Mijail Fonvizin fue liberado de la cárcel pero exiliado primero a Yenisek y después a Krasnoyarsk. Seis años más tarde le permitieron trasladarse a la capital de Siberia, Tobolsk, donde Natalia conocíó a Dostoievski y al círculo de Petrashevski, del que formaba parte su hijo mayor Dmitri Fonvizin, cuya muerte le comunicó aquél. Poco más tarde fallecería también su hijo Mijail. 

En su Diario de un Escritor, Fiodor Dostoievski comentaba: 

"Vimos a estas sublimes víctimas que voluntariamente habían seguido a sus esposos a Siberia. Lo dejaron todo: la posición, la riqueza, los lazos familiares, sacrificando todo por el deber moral más alto; un deber que nadie podría obligarlas a hacerlo sino solo ellas mismas. Completamente incocentes, durante veinticinco años ellas indagaron en todo lo que sus esposos habían sido condenados”.

Un día, Natalia Fonvizina, conforme al mandamiento de Jesús, visitó y consoló a Dostoievski en la cárcel durante una hora, le hizo la señal de la cruz, y junto a otras dos mujeres, Muravyeva y Annenkova, también esposas de hombres que habían participado en la Revuelta decembrista, le regaló un ejemplar del Nuevo Testamento para recordarle a Fiódor que Dios tenía planes mayores para él; planes "de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza". 

Ese Nuevo Testamento Dostoievski lo guardó bajo la almohada durante los cuatro años de su  condena. Lo leía a veces, y se lo leía a otros. Usando el Nuevo Testamento enseñó a leer a un presidiario. A excepción de algunas veces en las que fue enviado al hospital militar y pudo encontrarse con fragmentos de periódicos y novelas de Charles Dickens, el Nuevo Testamento fue lo único que el escritor leería durante su estancia en la cárcel.

Después de que se acortara la sentencia de Fiódor a cuatro años, finalmente fue liberado el 14 de febrero de 1854. En marzo de ese mismo año, Dostoievski escribió desde Omsk una famosa carta a Natalia Fonvizina, la mujer que le había dado el Nuevo Testamento. En la carta, Dostoievski se analizaba a sí mismo en retrospectiva, y sus creencias parecían encontrarse en una encrucijada, demostrando tanto un toque de incredulidad, como una inamovible creencia en la figura de Jesucristo, muy a su estilo, escribiendo:

He escuchado de mucha gente que usted es muy religiosa, Natalia Dmitrievna. No porque usted es religiosa, sino porque yo mismo he experimentado y sentido esto profundamente, le diré que hay momentos en los que uno tiene sed de la fe como si fuera una "hierba seca", y la encuentra precisamente porque la verdad brilla en el infortunio.

En lo que a mí se refiere, yo soy un hijo de mi tiempo, hijo de la incredulidad y de la duda hasta el día de hoy y lo seré también (estoy seguro) hasta la tumba. Qué terribles sufrimientos me ha costado y me sigue costando hoy esta sed de creer, que me quema el alma cuanto más fuertes son los sentimientos contrarios. Y sin embargo Dios me envía a veces momentos de completa tranquilidad. En tales momentos yo amo y encuentro que los demás me aman, y es entonces cuando he escrito un credo en el que todo para mí está claro y es sagrado. Este credo es sencillo: creer que no hay nada más hermoso, más profundo, más atrayente, más razonable, más viril y más perfecto que Cristo, y no solamente que no hay otro, sino que, yo lo digo con un amor celoso, que no lo puede haber. Aún si alguien quisiera probarme que la verdad se encuentra fuera de Cristo, yo preferiría quedarme con Cristo antes que con la verdad.

Un año más tarde, y también desde Omsk, Dostoievski dirigió otra carta a Natalia Fonvinzina, de texto desconocido, aunque presumiblemente también de índole religiosa.

El hogar de Natalia Fonvizina en Siberia atraía a multitud de personas que buscaban un apoyo en la fe. En 1853 su esposo el general Mijáil Alexandrovich Fonvizin fue liberado y poco después de su regreso a Moscú fallece a la edad de 66 años.

El 16 de diciembre de 1825 Iván Pushchin, el amor de la infancia de Natalia, también había sido arrestado por haber participado en la sublevación del 14 de diciembre. Fue sentenciado a muerte, pena que el zar Nicolás I conmutó por cadena perpetua a trabajos forzados en Siberia. Un mes más tarde el castigo se redujo a 20 años y en 1830 los decembristas fueron trasladados a la prisión de Pedro en San Petersburgo, donde Pushchin permaneció nueve años. Cumplida la sentencia de cárcel, Pushchin fue exiliado a la ciudad de Turinsk en la provincia de Tobolsk, donde pasó tres años. Allí montó un centro de ayuda para los decembristas más necesitados y una cooperativa. En 1843 consiguió una autorización para ser transferido a Yalutorovsk, donde vivió hasta la amnistía de 1856.

Natalia, sabedora de que Iván Pushchin como decembrista estaba exiliado en Siberia, se reunió con él en Yalutorovsk, meses antes de que Pushchin fuese amnistiado. El 22 de mayo de 1857 Natalia Apukhtina, viuda del también decembrista Mijáil Alexandrovich Fonvizin e Iván Pushchin celebraron un modesto matrimonio, estableciéndose en Mariino, donde Iván, como poeta, comenzó a escribir sus memorias. En 1859 Pushchin publicó sus Notas sobre los lazos de amistad con Pushkin, falleciendo el 3 de abril del mismo año, siendo enterrado cerca de los muros de la catedral del Arcángel San Miguel en la ciudad de Bronnitsy, junto a los restos de su compañero decembrista y primer marido de Natalia, M. A. Fonvizin. 

Natalia regresó a Moscú, donde tras una larga enfermedad, falleció el 10 de octubre de 1869, siendo enterrada en el cementerio del Monasterio Pokrovsky.

La sorprendente personalidad de Natalia, sus vivencias, y el hecho de haber estado casada con un general 17 años menor que ella, inspiró a Aleksandr Pushkin, amigo y compañero de clase de Iván Pushchin, para el personaje de la heroína Tatiana Larina en su novela en verso Eugenio Oneguin.

Los poetas Vasily Zhukovsky, Alexander Odoevsky y Sergey Durov dedicaron versos a Natalia Fonvizina-Pushchina. Lev Tolstoi pensó convertirla en la protagonista de su novela ‘Los decembristas’.




MAG/01.02.2016