lunes, 1 de febrero de 2016

Natalia Dmitrievna Fonvizina-Pushchina, viuda de dos decembristas



Natalia Dmitrievna Fonvizina (Наталья Дмитриевна Фонви́зинa) era hija del jefe de la nobleza Kostroma, Dmitry Apukhtin Otradnoye. Ya de niña destacaba por su belleza. A sus 16 años tuvo muchos jóvenes pretendientes entre sus ricos vecinos terratenientes, pero ella no mostraba prisa alguna en casarse, lo que sus padres consentían. Sin embargo, un joven oficial, Iván Ivanovich Pushchin, viajó desde Moscú para visitar a sus amigos vecinos de los Otradnoye y comenzó a hacerle la corte a Natalia quien también empezó a interesarse por él. Pero un buen día éste desapareció inesperadamente y Natalia cayó en una profunda tristeza, pues estaba convencida de que el joven oficial iba a ser su marido. Decepcionada se entregó a las prácticas religiosas en preparación a la entrada en un monasterio. Escapó de su casa encaminándose hacia éste que distaba unos 90 km. Sus vecinos la encontraron en el camino obligándola a regresar a su casa.

Un pariente lejano, el general Mijáil Alexandrovich Fonvizin, 17 años mayor que ella, pidió la mano de Natalia y ésta aceptó unos meses más tarde. Se casaron en 1822 fijando inicialmente su residencia en el medio rural, que pronto abandonaron para trasladarse a un gran mansión que su marido poseía en Moscú, donde meses más tarde nacería su hijo Dmitri.

Esta vida tranquila se quebró en diciembre de 1825 cuando arrestaron a su marido por participar en el levantamiento del 14 de diciembre. Ella, que estaba en estado, siguió a su marido a San Petersburgo, donde él estaba encerrado en la cárcel de Pedro, e incluso pudo verlo. Confiaba en que los tribunales otorgasen un perdón general o en el peor de los casos que los exiliasen al Cáucaso. Sin embargo, el fallo del tribunal fue de lo más extremo: 15 años en la cárcel, transcurridos los cuales permanecerían permanentemente exiliados. Ante la presión ejercida por las naciones europeas, el zar anunció que la pena sería reducida a 12 años de trabajos forzados en Siberia. Por aquel tiempo, nació el segundo hijo que Natalia esperaba y le puso de nombre Mijail, como su padre.

Natalia, renunciando a su vida acomodada, decidió seguir de nuevo a su marido a Siberia. En 1832 Mijail Fonvizin fue liberado de la cárcel pero exiliado primero a Yenisek y después a Krasnoyarsk. Seis años más tarde le permitieron trasladarse a la capital de Siberia, Tobolsk, donde Natalia conocíó a Dostoievski y al círculo de Petrashevski, del que formaba parte su hijo mayor Dmitri Fonvizin, cuya muerte le comunicó aquél. Poco más tarde fallecería también su hijo Mijail. 

En su Diario de un Escritor, Fiodor Dostoievski comentaba: 

"Vimos a estas sublimes víctimas que voluntariamente habían seguido a sus esposos a Siberia. Lo dejaron todo: la posición, la riqueza, los lazos familiares, sacrificando todo por el deber moral más alto; un deber que nadie podría obligarlas a hacerlo sino solo ellas mismas. Completamente incocentes, durante veinticinco años ellas indagaron en todo lo que sus esposos habían sido condenados”.

Un día, Natalia Fonvizina, conforme al mandamiento de Jesús, visitó y consoló a Dostoievski en la cárcel durante una hora, le hizo la señal de la cruz, y junto a otras dos mujeres, Muravyeva y Annenkova, también esposas de hombres que habían participado en la Revuelta decembrista, le regaló un ejemplar del Nuevo Testamento para recordarle a Fiódor que Dios tenía planes mayores para él; planes "de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza". 

Ese Nuevo Testamento Dostoievski lo guardó bajo la almohada durante los cuatro años de su  condena. Lo leía a veces, y se lo leía a otros. Usando el Nuevo Testamento enseñó a leer a un presidiario. A excepción de algunas veces en las que fue enviado al hospital militar y pudo encontrarse con fragmentos de periódicos y novelas de Charles Dickens, el Nuevo Testamento fue lo único que el escritor leería durante su estancia en la cárcel.

Después de que se acortara la sentencia de Fiódor a cuatro años, finalmente fue liberado el 14 de febrero de 1854. En marzo de ese mismo año, Dostoievski escribió desde Omsk una famosa carta a Natalia Fonvizina, la mujer que le había dado el Nuevo Testamento. En la carta, Dostoievski se analizaba a sí mismo en retrospectiva, y sus creencias parecían encontrarse en una encrucijada, demostrando tanto un toque de incredulidad, como una inamovible creencia en la figura de Jesucristo, muy a su estilo, escribiendo:

He escuchado de mucha gente que usted es muy religiosa, Natalia Dmitrievna. No porque usted es religiosa, sino porque yo mismo he experimentado y sentido esto profundamente, le diré que hay momentos en los que uno tiene sed de la fe como si fuera una "hierba seca", y la encuentra precisamente porque la verdad brilla en el infortunio.

En lo que a mí se refiere, yo soy un hijo de mi tiempo, hijo de la incredulidad y de la duda hasta el día de hoy y lo seré también (estoy seguro) hasta la tumba. Qué terribles sufrimientos me ha costado y me sigue costando hoy esta sed de creer, que me quema el alma cuanto más fuertes son los sentimientos contrarios. Y sin embargo Dios me envía a veces momentos de completa tranquilidad. En tales momentos yo amo y encuentro que los demás me aman, y es entonces cuando he escrito un credo en el que todo para mí está claro y es sagrado. Este credo es sencillo: creer que no hay nada más hermoso, más profundo, más atrayente, más razonable, más viril y más perfecto que Cristo, y no solamente que no hay otro, sino que, yo lo digo con un amor celoso, que no lo puede haber. Aún si alguien quisiera probarme que la verdad se encuentra fuera de Cristo, yo preferiría quedarme con Cristo antes que con la verdad.

Un año más tarde, y también desde Omsk, Dostoievski dirigió otra carta a Natalia Fonvinzina, de texto desconocido, aunque presumiblemente también de índole religiosa.

El hogar de Natalia Fonvizina en Siberia atraía a multitud de personas que buscaban un apoyo en la fe. En 1853 su esposo el general Mijáil Alexandrovich Fonvizin fue liberado y poco después de su regreso a Moscú fallece a la edad de 66 años.

El 16 de diciembre de 1825 Iván Pushchin, el amor de la infancia de Natalia, también había sido arrestado por haber participado en la sublevación del 14 de diciembre. Fue sentenciado a muerte, pena que el zar Nicolás I conmutó por cadena perpetua a trabajos forzados en Siberia. Un mes más tarde el castigo se redujo a 20 años y en 1830 los decembristas fueron trasladados a la prisión de Pedro en San Petersburgo, donde Pushchin permaneció nueve años. Cumplida la sentencia de cárcel, Pushchin fue exiliado a la ciudad de Turinsk en la provincia de Tobolsk, donde pasó tres años. Allí montó un centro de ayuda para los decembristas más necesitados y una cooperativa. En 1843 consiguió una autorización para ser transferido a Yalutorovsk, donde vivió hasta la amnistía de 1856.

Natalia, sabedora de que Iván Pushchin como decembrista estaba exiliado en Siberia, se reunió con él en Yalutorovsk, meses antes de que Pushchin fuese amnistiado. El 22 de mayo de 1857 Natalia Apukhtina, viuda del también decembrista Mijáil Alexandrovich Fonvizin e Iván Pushchin celebraron un modesto matrimonio, estableciéndose en Mariino, donde Iván, como poeta, comenzó a escribir sus memorias. En 1859 Pushchin publicó sus Notas sobre los lazos de amistad con Pushkin, falleciendo el 3 de abril del mismo año, siendo enterrado cerca de los muros de la catedral del Arcángel San Miguel en la ciudad de Bronnitsy, junto a los restos de su compañero decembrista y primer marido de Natalia, M. A. Fonvizin. 

Natalia regresó a Moscú, donde tras una larga enfermedad, falleció el 10 de octubre de 1869, siendo enterrada en el cementerio del Monasterio Pokrovsky.

La sorprendente personalidad de Natalia, sus vivencias, y el hecho de haber estado casada con un general 17 años menor que ella, inspiró a Aleksandr Pushkin, amigo y compañero de clase de Iván Pushchin, para el personaje de la heroína Tatiana Larina en su novela en verso Eugenio Oneguin.

Los poetas Vasily Zhukovsky, Alexander Odoevsky y Sergey Durov dedicaron versos a Natalia Fonvizina-Pushchina. Lev Tolstoi pensó convertirla en la protagonista de su novela ‘Los decembristas’.




MAG/01.02.2016

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