miércoles, 22 de octubre de 2014

Agustín de Betancourt, brillante ingeniero español y renovador de las infraestructuras rusas



Como segunda, y probablemente última vez, pierdo intencionadamente el sincronismo con las materias explicadas hasta ahora en clase, para subir a nuestro 'blog' la vida del otro español excepcional que tanto dio a España (hasta que los invasores napoleónicos pretendieron anularlo) y a Rusia, creando, más que modernizando, sus infraestructuras.

Quien visite San Petersburgo se sorprenderá al observar que las inscripciones de la hermosa catedral de San Isaac, actualmente desacralizada, están escritas en ruso, en francés y en español. 

La explicación radica en el encargo que el zar Alejandro I hizo al prestigioso ingeniero canario Agustín de Betancourt para que se hiciera cargo de los aspectos técnicos de la reconstrucción de la catedral. Los guías turísticos suelen explicar los ingeniosos mecanismos elevadores de las columnas y andamios diseñados por Betancourt, no sólo de la catedral de San Isaac sino también de la conocidisíma columna de Alejandro en la Plaza del Almirantazgo junto al Museo del Ermitage. 


Agustín de Betancourt nació en el Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife, en 1758. Se traslada a Madrid donde estudia en los Reales Estudios de San Isidro y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1784 se traslada a París a fin de ampliar conocimientos de geometría y arquitectura. Cuatro años más tarde viaja a Londres a estudiar la máquina de vapor de Watt, siendo el primero en revelar en el continente europeo el secreto de esta nueva fuente de energía. 

A su regreso a España construye el telégrafo eléctrico Madrid-Aranjuez y la línea de telegrafía óptica Madrid-Cádiz. En 1802 funda en Madrid la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, siendo su Director hasta 1807. Con la invasión napoleónica se clausura la Escuela de Caminos y Betancourt acepta la invitación del ministro ruso Rumiánstsev a recorrer las principales industrias del Imperio ruso.

Regresa a París a recoger a su familia y en 1808 decide trasladarse a la capital rusa de San Petersburgo, donde el zar Alejandro I lo nombra Mayor General en el Departamento de Vías de Comunicación para ejecutar “misiones especiales de su Majestad Imperial”.

A partir de 1809, el brillante ingeniero canario es ascendido a Teniente General del Ejército ruso y designado Inspector del nuevo Instituto del Cuerpo de Vías de Comunicación creado bajo sus auspicios. Ese mismo año visita la fábrica de armas de Tula y proyecta su modernización. Propuso una potente draga de vapor para la limpieza del puerto de Kronstadt y su construcción es aprobada por el propio zar Alejandro I.

En noviembre de ese mismo año se inician las clases en el Instituto de Vías de Comunicación con profesores venidos de Francia elegidos por Betancourt durante su estancia en la
École de Ponts et Chausseés. Aparte de la labor pedagógica, Betancourt continua desarrollando su actividad como ingeniero y en 1810 proyecta los puentes sobre el Izhora y el Slavianka en la carretera de Moscú. Un año más tarde es condecorado con la Orden de San Alejandro Nevski. El año 1813 se funda oficialmente el Museo Central del Transporte Ferroviario de Rusia. Un año más tarde se instala la máquina de vapor de la fábrica de Tula. Y en 1815, rechazadas las tropas napoleónicas, regresan a San Petesburgo los ingenieros franceses deportados a Siberia y continúan sus clases en el Instituto.

Betancourt trabajó en 1816 en el montaje de una nueva fábrica de papel moneda hasta el punto que en 1820 se procedió al cambio total de los billetes que circulaban en Rusia. El 15 de mayo de 1816 se creó en San Petersburgo el Comité de Construcciones y Obras Hidráulicas que se ocuparía del urbanismo y del ornato de la ciudad, de la mejora del trazado de las calles, de la urbanización de los suburbios, del cuidado de los canales, y de la construcción de nuevos puentes. Betancourt recibe una encomienda del zar para el proyecto del canal Obvodny en San Petersburgo.

En 1817 la sociedad rusa habla con admiración de la Sala de ejercicios ecuestres de Moscú, conocida como El Picadero, y de la feria de Nizny Novgorod, proyectos redactados por Agustín de Betancourt. Al ingeniero canario le asigna el zar la exclusiva responsabilidad de desarrollar la feria comercial de esta ciudad. En este cometido diseñó los planos y proyectos de los edificios comerciales y administrativos, el esquema urbanístico así como un canal en forma de herradura.

A su regreso a San Petersburgo, Betancourt proyecta nuevas barcas para el puente de San Isaac sobre el Gran Neva. En 1819 Betancourt es designado Director General del Departamento de Vías de Comunicación además de mantener el cargo de Inspector del Instituto homónimo. Se le nombra asimismo miembro de la Sociedad Imperial de Mineralogía de Rusia.

A lo largo de 1820 Betancourt realizó grandes viajes por el corazón de Rusia para conocer el estado de las vías de comunicación del Imperio ruso que dio a conocer al Zar antes de finalizar el año. Pese a lo crítico de la situación se experimentó un notable impulso a la construcción y reparaciones de obras como canales, esclusas, vías de navegación interior, entre otras infraestructuras. Dos nuevos españoles se incorporaron en 1821 al Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación: su sobrino Agustín de Monteverde y Betancourt, que se encargó inicialmente de la construcción del camino entre San Petersburgo y Moscú, para luego pasar a Odesa (fundada por otro español, José de Ribas) donde se encargó del abastecimiento del agua a la ciudad, y Miguel Espejo que se dedicó a la construcción de puentes y caminos. Antes de finalizar el año se reconstruyen acueductos y se finalizan abastecimiento de aguas a distintas poblaciones rusas a orillas del Volga.

En 1822 comenzó a declinar el prestigio de Betancourt a pesar de sus proyectos y obras técnicas. Betancourt cesa en sus cargos después de ser recibido por el Zar pero mantiene su obsesión por acabar las obras de Nizny Novgorod. Su hijo Alfonso ingresó en 1823 como alumno en el Primer Regimiento de Caballería de la Guardia Imperial Rusa. En julio de 1824 Betancourt solicita al Zar protección para su familia y la respuesta no se deja esperar: “Los servicios eminentes que habéis rendido al Estado os deben tranquilizar sobre la suerte de vuestra familia pues me considero en el deber de testimoniarle lo mucho que los aprecio”. Pocos día más tarde, Agustín de Betancourt y Molina falleció en San Petersburgo y está enterrado en el cementerio-museo de Lazarevkoye, donde reposan los restos de célebres ciudadanos rusos.





MAG/22.10.2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario